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Por: Lic. Jaime Israel Davila Gomez, Abogado.
Es cada vez más común que las empresas elijan hacer campañas de publicidad con influencers, sobre todo cuando estos llegan directamente al público objetivo al que buscan atraer a comprar sus productos y/o servicios.
Sin embargo, la mayor de las veces las marcas olvidan que al final del día están contratando la prestación de un servicio muy específico que tienen implicaciones muy diversas y de las que pueden derivar algunos problemas legales.
Al tratarse de una relación que involucra muchos aspectos lo mejor es que se celebre con un contrato por escrito en el que se establezca, en el que se señale la contraprestación a pagar al influencer, así como cuándo y cómo se hará; otro punto importante es indicar de la manera más específica posible qué es lo que el influencer tiene que hacer, así como el contenido exacto a crear y en qué plataformas, cabiendo la posibilidad de que la empresa le entregue al involucrado un guión o una idea ya establecida del contenido a crear o la total libertad.
También hay que tomar en cuenta que se debe pactar en el contrato a quién le pertenecerá el contenido (derechos de autor) y quién tendrá el control sobre el mismo después de creado. El uso, fijación y distribución de la imagen del influencer por parte de la marca debe quedar autorizado por escrito y si se trata de una relación a mediano o largo plazo entre la marca y el influencer, un tema recurrente es la exclusividad del influencer para que no promocioné o preste servicios a marcas que vendan productos competidores, así como también las razones por las cuáles la marca puede romper relación con éste último.
Por último, la empresa tiene que tener presente en todo momento que muchas veces la creación de contenido es un proceso que involucra la aportación creativa de muchas personas, respecto a las cuales se debe contar con un contrato o documento que avale la utilización de lo aportado en las diversas formas de explotación y plataformas que ofrece el internet.
