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-HOY EN LA HISTORIA
El 13 de junio de 1966, la Corte Suprema declaró su decisión en Miranda v. Arizona, estableciendo el principio de que todos los sospechosos deben ser informados de sus derechos antes del interrogatorio. Ahora se considera un procedimiento policial estándar, “Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede y será usado en su contra en el tribunal de justicia. Usted tiene derecho a un abogado. Si usted no puede pagar uno, se le asignará uno”, se ha escuchado tantas veces en la televisión y largometrajes de cine que se ha convertido casi en cliché.
Las raíces de la decisión de Miranda se remontan al 2 de marzo de 1963, cuando una mujer de Phoenix, de 18 años, dijo a la policía que había sido secuestrada, conducida al desierto y violada. Detectives cuestionando su historia le aplicaron una prueba de polígrafo, pero los resultados no fueron concluyentes. Sin embargo, el seguimiento de la matrícula de un coche que se asemejaba a la de su atacante trajo a la policía a Ernesto Miranda, que tenía un antecedente como fisgón de mujeres. Aunque la víctima no identificó a Miranda en una alineación de sospechosos, fue puesto bajo custodia policial e interrogado. Lo que sucedió después se disputa, pero los oficiales dejaron el interrogatorio con una confesión de la que Miranda posteriormente se retractó, sin darse cuenta de que no tenía que decir nada en absoluto.
La confesión era sumamente breve y difería en ciertos aspectos de la descripción de la víctima del crimen. Sin embargo, el abogado defensor designado por Miranda (a quien se le pagó un gran total de 100 dólares) no llamó a ningún testigo en el juicio posterior, y Miranda fue condenado. Mientras Miranda estaba en la prisión estatal de Arizona, la Unión Americana de Libertades Civiles tomó su apelación, alegando que la confesión era falsa y coaccionada.
El Tribunal Supremo anuló su condena, pero Miranda fue juzgado de nuevo y condenado en octubre de 1966, a pesar de la relativa falta de pruebas en su contra. Permaneciendo en la cárcel hasta 1972, Ernesto Miranda fue apuñalado más tarde en el baño de hombres de una barra después de un juego de póker en enero de 1976.
Como resultado del caso contra Miranda, cada persona debe ser informada de sus derechos cuando sea arrestada.
