Por: Leticia Mancera
Se acerca el fin del año inquietándonos, dejando sentir que algo nos falta por hacer, decir o concluir, sea esto algún propósito o meta planteada anticipadamente. Sentimos que la tradición Navideña llega presionando con sus efectos colaterales; cierre contable, mantenimiento de casa, la inversión del aguinaldo, compra de regalos y un sin fin de “pendientes” que nos “colgamos“ como aretes y mochilas al hombro afectando nuestro estado emocional y paz mental, mermando el verdadero gozo de la temporada. Seas o no creyente, diciembre es tiempo de celebrar en familia y estar juntos.
Pasamos por alto nuestros logros y aciertos, los dejamos a un lado y nos enfocamos solo en los propósitos no alcanzados. Muchas veces nos castigamos antes que congratularnos por todo aquello que si concluimos.
Diciembre es un mes de reflexión, de cierre, de evaluación. Da valor y toma nota de todos aquellos propósitos y acciones que consumieron tu tiempo, que lograste y te dieron oportunidad de crecer o aprender. Tendemos a ser implacables ante nuestro desempeño dejando poca holgura en el resultado de nuestros actos. Muchas veces vemos el vaso de agua medio vacío en vez de medio lleno, cuando en realidad está a la mitad.
Sin caer en la postergación sistemática de nuestros propósitos, debemos contemplarles desde afuera. Como un observador imparcial y objetivo – Contemplación. Piensa en un propósito no logrado, lo describes utilizando una frase corta de entre 4 a 6 palabras, la puedes escribir. Ahora enfoca toda tu atención a encontrar el motivo real que impidió lograrlo haciendo el siguiente ejercicio.
Utiliza el dibujo anexo, un “mandala”, solo contempla la situación y deja que se revele ante ti lo que te impidió lograrla mientras pintas con colores el dibujo. Mantén tu enfoque en la frase citada. No desvíes tu atención, escoge colores o trazos y pinta evitando que tu pensamiento divague. Solo fluye – Meditación. Veras como se revela ante ti el verdadero obstáculo, dándote oportunidad de replantearlo si lo consideras importante.
Muchas veces nos fijamos propósitos o metas que no son prioritarios. Debemos dar peso en orden de importancia a nuestros propósitos. Establecer claramente cual tiene prioridad y etiquetar los demás en corto, mediano y largo plazo. Define muy bien que es mediano y largo plazo en meses. Los de largo plazo, digamos más de doce, no deben restar atención de lo que verdaderamente es importante para nuestro bienestar emocional. Si bien es cierto que los compromisos nos obligan a planear, trata de vivir en el hoy y ahora.
Dedica estas últimas semanas del año para evaluar tus acciones logradas mes a mes. Establece un valor del 1 al 5, siendo 5 la de mayor importancia. Has un recuento de las metas logradas y dales valor. Por otro lado anota las acciones no logradas y de igual forma dales valor. Haz el recuento y, sin juzgar, las evalúas, las descartas o las replanteas para el año entrante.
Ahora a celebrar el año nuevo de la mejor manera acostumbrada. Namaste.