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-Editorial
Hace unos días, en la ciudad de Mexicali, que es ya del saber de todos se encuentra en una situación financiera difícil, recibió donativo en forma de una escultura que se colocó en la Plaza Centenario de la ciudad, así como $200,000 pesos con el objetivo de hacer una aportación a la ciudad para la reparación de los múltiples baches y pavimentación.
En compañía de su esposa Margarita de Sánchez, el actual Alcalde Gustavo Sánchez agradeció este esfuerzo que hace la iniciativa privada para embellecer la capital del estado, pero además fomentar el orgullo de ser Mexicalense.
Al alcalde dijo también que este monumento no solo tiene su valor por su visibilidad, sino además por el significado de la palabra que hoy más que nunca necesitamos tener presentes cada día en cada acción que realicemos, por lo que es también la palabra Amor, entre muchas otra cosas, una actitud, propositiva de servicio a los demás, el “¿qué puedo hacer por mi familia, por mi comunidad, mi Estado y por mi País?“
Por último, en la ceremonia de entrega reitero su reconocimiento a la empresa donante, por su generosidad y a quien destacó que no es la primera vez que hace una aportación a la ciudad.
Sin embargo, lejos de verse esto como un acto de buena fe, de buena voluntad, altruista y con el fin de realmente poner un grano de arena para contribuir al bienestar de todos, al embellecimiento de la ciudad capital y de aportar lo que el actual ayuntamiento por sus propios recursos no tiene, se criticó y juzgo de una manera despiadada la acción de la empresa que preside el Senador actual, Víctor Hermosillo.
Al leer esta clase de difusión negativa no puedo más que entristecerme por darme cuenta de la mente mediocre que existe en algunos de aquellos quienes creen tener el poder de la palabra e influir en la opinión pública a su capricho, y lamentablemente para mal.
Es penoso que tras una pluma o un micrófono no se escuchen emisiones de comentarios positivos que lejos de la crítica destructiva, puedan realmente generar en la población un sentimiento de empatía y ganas de imitar el bien que se hace.
Creo que lejos de ver el mal o lo negativo en las cosas y las acciones que nos rodean, deberíamos tener una actitud de solidaridad y armonía para que nuestra sociedad, en un mismo sentir, pueda luchar con fuerza contra las dificultades que se presentan a diario y de manera cotidiana en nuestra comunidad como lo es la violencia, la inseguridad, la pobreza, y tantas cosas que podemos ver a diario en las calles.
¿Porque no decir?: Yo tengo equis cantidad de dinero, voy a donar. O, ¿Por qué no decir?: Tengo una gran empresa y puedo bien aportar lo mismo o más de lo que se donó para que mi ciudad pueda verse mejor y las calles puedan tener más seguridad al andar por ellas.
Finalmente creo que ya si no se puede imitar la acción y ayudar con dinero, pero con una pluma, un micrófono o un teclado enfrente, al menos se debe tratar de transmitir a través de las palabras la buena voluntad que entre todos podemos tener para que nuestra comunidad imite las buenas acciones que se hacen y sea un mejor lugar en donde todos podamos vivir.
