Por: Stephen Murray Kiernan, director en Líderes de Impacto Mundial
La Corrupción ¿A Qué Tipo de Monstruo Nos Enfrentamos?
Se podría decir que, en el contexto de una situación particular y hasta para los mejores líderes, la corrupción es una actividad que todos los individuos y los negocios deben poner en práctica para poder avanzar. La sociedad ideal, completamente limpia, es para los soñadores. Aquellos que comparten este punto de vista indican hacia la experiencia de las compañías norteamericanas las cuales perdieron órdenes extranjeras por billones de dólares porque se adhirieron al Acto para Prácticas Corruptas de aquel país. Estas compañías pueden mantener su cabeza en alto, son moralmente correctas, pero resultaron ser más pobres gracias a sus acciones.
Este argumento parece muy persuasivo. Es un hecho innegable de la vida, ya sea que uno se enfoque en el lado social o comercial del asunto, que en la mayoría de los países la corrupción es una fórmula ganadora, para ambos: los que dan y los que toman. La gente que no participa es vista como poco práctica o fracasada. Y estamos hablando de la mayoría de los países de este planeta. Es una sorpresa para la gente de Europa Occidental y de Norteamérica qué tan ampliamente se practica y perdona en otros países. Ellos vienen de países en donde, por ejemplo, el líder del mundo occidental Jimmy Carter perdió dinero por ser Presidente de los Estados Unidos (tenía ahorros de EU$1.2 millón en 1976 y EU$800,000 en 1980) y Harold Wilson, tres veces Primer Ministro del Reino Unido y uno de los egresados más brillantes de la Universidad de Oxford, murió relativamente pobre. Haber juzgado más ricos a cualquiera de estos dos hombres después de su período en la administración pública hubiera ofendido hasta la médula a cualquier persona en sus respectivos países excepto a sus herederos.
Así que la corrupción está ampliamente extendida, esto es aceptado con un humor enfermizo como una necesidad por la cual giran las ruedas de la vida cotidiana. Entonces ¿por qué decir que es mala si ayuda a tanta gente? Para empezar, es mala porque puede iniciar, y ciertamente impulsa y sanciona, una manera de pensar que propaga y mantiene toda actividad criminal. Es, en breve, uno de esos vicios de los cuáles emanan otros vicios. Sin embargo, la corrupción no está tan bien delimitada. Hay formas benéficas y maléficas. Pagarle a un oficial aduanal para importar un producto de calidad podría clasificarse muy diferentemente a sobornar a un político por construir un prestigioso pero innecesario edificio de oficinas. Pero aun así no se puede negar que la corrupción es un vicio y que, aún en sus mejores ejemplos, puede guiarnos hacia un terrible desperdicio y descontento.
¿Cuáles son entonces los efectos de la corrupción? Ya he hablado de un estado en el cuál la gente se habitúa a ella y la ven como una molestia necesaria, una situación que afecta el comportamiento y los valores. En la esfera de los negocios, una economía que no es honesta o que se entiende que no es así, desalienta la inversión. La gente que hace decisiones en una firma multinacional o el Banco Mundial, revisa las marcas negras y decide no poner dinero en una economía que desvía fondos hacía obscuras cuentas bancarias. Hace unos años se estimó que un rico surtido de líderes africanos tenía veinte billones de dólares en bancos suizos.
La manera de hacer negocios también es afectada por el hecho de que entre más obstáculos haya, en forma de requerimientos burocráticos, mayores serán las oportunidades para exprimir al inversionista o comerciante esa cuenta extra. Frecuentemente por esta razón, hay innecesaria cinta roja en muchos países y esto influenciará el bienestar comercial en general. Los elementos que distinguen a esas naciones con un bajo nivel relativo de corrupción, de Dinamarca a Finlandia o de Estados Unidos a Australia, son los siguientes: han creado, y no interfieren con
- un sistema jurídico independiente
- una prensa libre
- un servicio civil bien pagado (desde oficiales fronterizos y portuarios a policías y colectores de impuestos)
- un sistema económico en el cuál las compañías deben competir de una manera razonablemente justa por su segmento del mercado y capital.
Una psicología entre sus ciudadanos que es instintivamente repulsiva a la corrupción sostiene todos estos elementos; existe, por ejemplo, en estos países una marcada sensación de diferencia entre el deber público y la ganancia personal.
Tampoco se está queriendo demostrar que estos países son un grupo de santos comerciantes. Muchos han encontrado maneras inteligentes y encubiertas de hacer negocios de una manera corrupta; algunas subsidiarias utilizan los sobornos, con o sin el conocimiento de sus cuarteles generales en casa. Y la corrupción siempre será el menor de los males en el contexto del bien nacional o del peligro nacional, aunque esto es menos importante desde el final de la Guerra Fría. Sin embargo, la filosofía dominante actual de competencia justa, con y entre naciones, encuentra que la corrupción es un obstáculo para la inversión, o un amigo caprichoso y rapaz, o cualquier otra cosa que va en contra de la tan añorada facilidad de predicción.
Hace pocos años los veintinueve miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, y otros 5 países, firmaron una “Convención de Sobornos” que sigue el ejemplo estadounidense de considerar como un crimen sobornar a un oficial extranjero. Cuando se combina esto por acciones tomadas por otros legisladores, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y multinacionales en general para erradicar aquella ineficiente actividad llamada corrupción, se podría decir que estamos haciendo un progreso positivo.
La Influencia de la Corrupción
Existe un elemento aparente de eficiencia en los procesos de la corrupción. Todos hemos escuchado la frase “aceitar las llantas,” y creemos que describe suficientemente las ventajas de hacer pagos extras a los intermediarios para que los contratos sean recibidos y los productos vendidos. Si no se hacen estos pagos, como dice el argumento, otro competidor tomará la oportunidad simplemente mediante el pago del soborno que la primera compañía muy concienzudamente no tomó. Por lo tanto no hay lugar para la ética en esta jungla donde no existen los recibos y las buenas intenciones se compran con sobres cafés y transferencias bancarias a cuentas imposibles de rastrear. La corrupción moderna está basada en un balance (que es también una fachada para la eficiencia) de prácticas legítimas de negocios y el más grande descaro en los negocios sucios. Me gustaría justificar esta declaración y señalar la ineptitud y la influencia que la contagiosa fuerza de la corrupción representa.
La primera cuestión que debe ser confrontada acerca de la corrupción en términos generales es que es terriblemente ineficiente. Como se aclaró en la aseveración anterior, parecería que ayuda a la generalidad del mecanismo en el comercio, mientras que en realidad lo debilita. Veamos esta cuestión desde varios ángulos. Cuando un oficial recibe cierta cantidad o el porcentaje de un trato, querrá esconder toda la evidencia de su enriquecimiento. Si es listo, no gastará abiertamente el dinero o no lo hará en una manera que pueda ser rastreado de vuelta hacia él. Esto hace muy felices a los bancos extranjeros altamente secretos. El oficial continuará en su muy mal pagado pero altamente rentable puesto, mientras que sus ganancias adicionales no hacen mucho más que esperar su pronto retiro. Este no siempre es el caso, como lo prueban algunas inversiones ilícitas, sino que es una práctica extendida como lo muestran claramente los veinte billones de dólares propiedad de dictadores africanos que están guardados en bancos suizos.
La corrupción disminuye la eficiencia de la inversión, pues muy frecuentemente se requiere de cierta comisión para que la inversión en realidad tome lugar. También es contraria a la justicia que prevé la competencia clara y abierta en el caso en que una mala compañía gane un contrato solamente por ofrecer el soborno más grande. Y así sucesivamente. Inversores y donadores internacionales han ardido en el pasado por poner dinero en países donde el principio empresarial más importante es la falta de honestidad en los negocios.
Es un hecho bien conocido que, entre más corrupción existe en una economía empresarial, habrá menor inversión con la consecuente disminución de crecimiento. Estos resultados no son regularmente obvios en lugares en donde las malas prácticas parecen ser una necesidad. Pero si se mira la situación con cierta distancia y se observa lo que está sucediendo en general: en el largo plazo, es visible lo canceroso que es la situación de los asuntos. Incluso en un bajo nivel de corrupción, si aparentemente es exitosa, impulsará otras prácticas ilegales incrementando de esta manera el círculo vicioso de la ineficiencia. Es altamente contagiosa porque parece producir tales riquezas en muy poco tiempo y con sólo una pequeña cantidad de esfuerzo. El hecho de que los autores no sean llevados a la justicia lo hace mucho más atractivo.
En vista de tal éxito, estas prácticas honestas de negocios que harían a la economía más saludable son evitadas como si fueran inapropiadas a la situación y una manera de perder su porción del mercado. El pensamiento actual en los negocios encuentra que la corrupción es un obstáculo diabólico en la ruta hacía actividades económicas más justas. Esta manera de pensar quiere reducir las regulaciones, abrir el comercio y liberar las tasas de comercio, entre otros objetivos. La mayoría de los países quieren que sucedan estas cosas para fortalecer sus economías, incrementar su prestigio y atractivo internacional, y mantener a su cada vez más sofisticado electorado contento con políticas económicas limpias e igualitarias. Ni siquiera quieren sufrir la vergüenza indirecta de que alguna de sus multinacionales se vea envuelta en prácticas corruptas en otros países. Todo esto trabajaría a su favor.
¿Y por qué? Un ejemplo es suficiente. De acuerdo con el Banco Mundial entre el 20% y el 30% del préstamo concedido a Indonesia fue secuestrado por oficiales locales y sus compinches. La fachada de la prosperidad económica de Indonesia se derrumbó y el país tiene ahora la mezcla de problemas de falta de inversión, el cinismo de las organizaciones donadoras y una población peligrosamente crítica.
La Ética, Dentro y Fuera de la Oficina
Alguien que está viendo desde el interior de la empresa donde trabaja probablemente tiene una perspectiva diferente de alguien que esté mirando la misma empresa desde afuera. Las principales tres dimensiones pueden ser interpretadas de muchas maneras opuestas: la altura de su éxito o fracaso, el ancho de sus utilidades o pérdidas, la profundidad de su profesionalismo o incompetencia. Un hombre, empleado por una empresa y bien motivado por la lealtad a ésta, no ve mal la manera en que su empresa opera. Otro hombre, desapegado de cualquier interés sentimental o monetario, sólo puede ver un negocio complaciente y mediocre.
¿Qué diría entonces cada comentarista acerca de una de las más difíciles áreas de los negocios, aquella que involucra a la ética? Existen muchos factores en el esquema, ambos del tipo interior y exterior. Como parte central de la manera en que están constituidas, muchas organizaciones tienen políticas internas que se enfocan en la manera en que realizan sus negocios – en la conducta justa y respetuosa de su personal. Al mismo tiempo, existen muchas reglas impuestas por el gobierno que demandan clara o implícitamente un alto nivel de comportamiento ético. Pueden existir diversos grados de observancia ética en cada nivel de la empresa, desde los propios gerentes hasta el pobremente educado joven que barre el piso de la fábrica. Algunos conocen las reglas y tradiciones de la empresa muy bien; otros nunca se han molestado en leerlas.
Nada de esto significa que consecuentemente trabajarán de acuerdo con estas directrices – lo que exista entre sus dos orejas en términos de sabiduría puede muy bien estar ahí como un libro comprado por el aspecto de su empastado en lugar de por su contenido. Existen muchas razones para adherirse a un código de ética pero, por supuesto, no todos merecen nuestra admiración. Por ejemplo, una empresa puede estar interesada en proteger su buena imagen, lo que es otra manera de decir que tiene un gran miedo a la mala publicidad. Pero existen también buenas razones por las cuales una empresa puede funcionar de una manera sana de acuerdo con un número de altos principios. Cada empresa está hecha de seres humanos, cada uno de ellos posee distintos sentimientos que le hacen balanceado y entero. Es por esto que es ciego el tomar en cuenta únicamente las estadísticas y aparentar indiferencia a la exclusión de factores humanísticos.
Una razón para la presencia de la ética en una empresa se debe al hecho de que está integrada al “paquete” de métodos profesionales y estándares por los cuales la firma se mantiene de pie. Si se quitan los tornillos morales muy probablemente el resto de la empresa se caerá como viejos postes de un andamio. Otra razón por la cual el código de ética existe es que es una herencia de una “vieja” manera de hacer negocios. De cualquier manera, esta clase de argumentos nos hace sospechar que quizá no todo esté bien. Existen graves presiones en las empresas para que modifiquen su comportamiento, particularmente cuando se aprecia que la competencia tiene ventajas obvias a través de su falta de conducta ética (por ejemplo, algunas empresas petroleras en Nigeria).
Muy pronto puede volverse evidente que siguiendo ciertos principios puede ser enajenante en el contexto de una auténtica cultura de negocios y al final autodestructiva. Los accionistas de una empresa moderna, individuos sensibles y caritativos piensan que pueden estar en sus casas, pero están muy lejos de los fraudes y las lamentables condiciones de trabajo de sus empresas y por lo tanto lo único que ven son utilidades menores a las esperadas, en lugar de expectativas de vida menores que las esperadas. Y, una vez más, la misma empresa moderna puede muy bien estar tan interesada en innovar que se olvida de las cuestiones éticas o las ve como un impedimento para su desarrollo natural.
Todo esto puede sonar a que no existe un lugar para la ética en el mundo de los grandes negocios internacionales, donde la simple mente de los gerentes está encapsulada por el cierre de fábricas a través del proceso de mover una bandera en un mapa del mundo en la oficina central. Existen, por el contrario, muchas condiciones contemporáneas las cuales, en mi opinión, favorecen la inclusión de prácticas éticas en el comportamiento general de una empresa:
- Uniformidad de la política corporativa, por ejemplo en las trasnacionales, en el sentido de que prácticas éticas idénticas ayudan a mantener la armonía en cada rama de la organización. Como tal ellas pueden ser la espina dorsal de los estándares corporativos.
- Pueden existir como un medio para mantener contento al personal y a los clientes, con respecto a la calidad del cuidado y la atención que están recibiendo.
- Las disputas éticas crean conflictos en los cuales la empresa casi siempre será mal vista.
- Toda una especie de perros guardianes, los cuales vigilan asuntos desde el bienestar de la gente en países en vías de desarrollo hasta la buena salud de la ecología, mantiene una constante y potencialmente muy ruidosa vigilancia. Existen muchas más pero éstas, espero, le dan un sabor de fuerte estrato a la ética de los negocios.
Pensamientos Privados para un Gerente Público
Existe la sensación de que aquellos involucrados en la administración pública podrían aprender mucho de las prácticas de planeación y de las exigencias de las empresas privadas administradas lo más profesionalmente posible. No existe razón para que los métodos y la mentalidad, del mayor calibre, que son la sangre, los huesos y el espíritu de las empresas exitosas, no puedan ser llevados a bordo por la gente cuyo trabajo es manejar la sociedad en la que vivimos. Existen varias razones por las cuales esto puede no suceder: la ignorancia que es el efecto de la falta de curiosidad; los celos que revelan un bajo nivel de confianza en sí mismo; la incompetencia que es una falla en el reclutamiento, el entrenamiento, la motivación o el liderazgo; y otros. Pero a final de cuenta éstas son excusas débiles.
El proceso de cambiar esto es, después de todo, relativamente simple, barato y placentero para los participantes. Existen (por lo menos) seis pasos para la planeación e implementación de la clase de actividades que definen una institución bien organizada, ya sea que la corporación es pública o privada, nueva o necesitada de una adaptación. El primer paso involucra la identificación de los objetivos. Se empieza por observar la naturaleza básica de la organización, lo que significa que en este caso cómo funciona y de qué es capaz. Como todos los pasos siguientes, esto merece una clase de investigación que sea estrictamente clara, honesta y completa.
Una vez terminada esta investigación, una revisión puede realizarse en términos de las necesidades presentes y futuras de la organización. Esta etapa se completa entonces mediante la selección de los principios guías que serán el reto para cada miembro del personal y que mida su capacidad crítica para el trabajo. Al mismo tiempo, otra serie de actividades está ocurriendo que comprende la identificación de las reales fuerzas y debilidades de la organización. Esto involucra observar cada centímetro de cómo la empresa opera y las habilidades de cada empleado, de acuerdo con una adhesión sin piedad al control de calidad.
Una distracción potencial aquí es el elemento de la presión de los compañeros o la lealtad que pueda existir entre colegas. Pero como una cuestión de justicia rigurosa, esto debe realizarse a consciencia y sin favoritismo. Otro problema podría ser la tentación de enfocarse en las debilidades en lugar de hacerlo en las fuerzas, ya que éstas podrían ser más fáciles de identificar. Pero todos los aspectos deben ser manejados de manera que se puedan hacer las recomendaciones para mejorar la estructura de la organización, la fluidez de su trabajo y la aplicación de sus empleados.
Otra tarea que debe realizarse tiene que ver con identificar las mejores técnicas, basados en las necesidades, fuerzas y debilidades de la empresa. Se puede lanzar una amplia red para encontrar, dentro y fuera, toda una gama de métodos y su verdadero empleo. Si la empresa olvida la situación real en la que opera y en lugar tiene sueños imposibles de niveles de producción y demandas de mercado, puede muy bien suceder que los métodos que se elijan carezcan de cualquier valor real. Podrían dar la impresión de fortalecer a la empresa pero, a través de esta alucinación, la empresa está en realidad desempeñándose por debajo de su nivel óptimo en términos de sus técnicas y procedimientos.
El siguiente paso, uno que es muy grande y se ha establecido con base en todas las preparaciones que se han realizado previamente, involucran el diseño de una agenda anual de actividades. Se debería considerar esto como la conjugación del proceso de toma de decisiones y el sistema de acción. Si el primero está solo, es el equivalente profesional de la metafísica; si el segundo ocurre sin un fuerte pensamiento previo, es el equivalente de la lotería. Para poder tomar decisiones correctamente, se tienen que identificar los problemas y las oportunidades y luego formular las soluciones. Esto no debe ser una cuestión de espontaneidad e improvisación. Por el contrario, la correcta ejecución de los programas de mejoras debe seguir un orden cronológico que lleve de una manera bien monitoreada a la terminación completa y exitosa de cada acción.
Hemos llegado a la etapa que involucra el manejo de la implementación. Debe saberse con detalle específico cuáles son las responsabilidades específicas de cada persona, los procedimientos operativos y los instrumentos requeridos para llevar las actividades a una conclusión satisfactoria. Aquí es donde el valor de un sistema organizacional eficiente y un gerente incansable son más obvios. Esto es así porque sucede en estos casos como un corto circuito en la comunicación, buen entendimiento, cumplimiento profesional y un total seguimiento. La sexta etapa involucra las técnicas de revisión en el mayor sentido de aplicación. Esto funcionará de manera consistente y rápida sólo si se crea un rápido sistema de revisión. Lo que significa decir que el principio del manejo es una cosa admirable en el papel pero que sólo merece nuestro respeto cuando se implementa regularmente de manera sensitiva.
Al mismo tiempo, una cierta cantidad de elasticidad debe integrarse al mecanismo de la organización (y a las mentes de aquellos que toman las decisiones) de acuerdo a lo que el proceso de revisión constante recomiende según lo que concierna al alcance del plan de actividades. De esta manera, se puede lograr nuestra prioridad final: el más demandante y riguroso nivel de contribución de cada miembro del personal y de la organización en general, ya sea en la esfera pública o privada.
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