Al llegar al 13º aniversario del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), el llamado a una reforma migratoria se ha vuelto más urgente y resonante que nunca. DACA, que protege a cientos de miles de inmigrantes indocumentados traídos a EE.UU. siendo niños, no solo ha transformado vidas, sino que se ha convertido en una piedra angular de la fuerza laboral estadounidense. Sin embargo, con su futuro en juego, líderes del sector empresarial, político y social exigen al Congreso una acción decisiva.
La Coalición por el Sueño Americano, que representa a más de 100 de las principales empresas y asociaciones comerciales del país, conmemoró el aniversario del 15 de junio con una contundente declaración: “Los beneficiarios de DACA son maestros, enfermeros, ingenieros y pequeños empresarios… contribuyentes clave de nuestra economía”. La Coalición subrayó que, pese al éxito del programa, solo el Congreso puede ofrecer la certeza permanente que estas personas —y el país— necesitan.
Los datos más recientes respaldan esta urgencia. El informe actualizado de la Coalición, Perder el Sueño del Trillón de Dólares, destaca las enormes pérdidas potenciales si DACA se elimina: más de un billón de dólares en contribuciones económicas de por vida, casi 150 mil millones en ingresos fiscales estatales y locales, y más de 500,000 empleos en riesgo. Con 450,000 beneficiarios activos en el mercado laboral y 188,000 trabajadores empleados en negocios propiedad de dreamers, el impacto es claro. El fin de DACA sería un golpe directo a la economía nacional.
Estos jóvenes inmigrantes, conocidos como “Dreamers” o soñadores, participan en la economía estadounidense a tasas iguales o superiores a los ciudadanos nacidos en el país. Encuestas muestran que el 89.5% de los beneficiarios de DACA están trabajando o estudiando. Casi la mitad están casados, y muchos son padres de hijos ciudadanos estadounidenses. Su ingreso promedio —alrededor de $40,000 anuales— se reinvierte en las economías locales a través del consumo, los impuestos y el emprendimiento.
A pesar del valor comprobado de DACA, su futuro sigue siendo incierto debido a desafíos legales y políticos. Los tribunales han bloqueado nuevas solicitudes, dejando a más de 500,000 jóvenes elegibles en el limbo. El temor a la deportación y a la separación familiar es una carga diaria para muchos. Más del 67% de los padres con DACA encuestados en 2023 dijeron que viven con el constante miedo de ser expulsados del país y dejar atrás a sus hijos.
El sector empresarial estadounidense también ha sido claro: la pérdida de protecciones de DACA sería devastadora. Empresas como Apple, IBM y grandes asociaciones industriales apoyan activamente esfuerzos legislativos para proteger a los soñadores. Su mensaje no solo parte de la compasión, sino también de una realidad económica: los dreamers son esenciales en sectores como salud, educación, agricultura y tecnología. Sin su trabajo e innovación, Estados Unidos corre el riesgo de estancarse en industrias clave.
Expertos en políticas públicas también advierten que el tiempo para actuar se está agotando. El estatus legal incierto de DACA significa que una sola decisión judicial desfavorable podría despojar de protección a cientos de miles de personas que no conocen otro país como su hogar. Diversas organizaciones han instado al Congreso a aprobar leyes como la American Dream and Promise Act, que ofrecería a los soñadores un camino hacia la ciudadanía. Aunque la propuesta ha sido aprobada varias veces por la Cámara de Representantes, ha sido constantemente bloqueada en el Senado.
La reforma migratoria no se trata solo de cifras, sino de personas. Los soñadores son estadounidenses en todo sentido, menos en el legal. Crecieron en este país, se educaron en sus escuelas y hoy contribuyen activamente a su economía, cultura y vida cívica. Permitir que sus vidas se vean afectadas por la inacción sería un fracaso moral profundo.
Como declaró la Coalición por el Sueño Americano: “Hace mucho que es hora de actuar”. El aniversario 13 de DACA debe ser una llamada de atención: no solo para celebrar su impacto, sino para exigir una solución definitiva. El sueño americano no puede seguir siendo un estatus temporal sujeto a vaivenes políticos. Debe ser una promesa cumplida.
Este es el momento para que los legisladores aprueben una reforma migratoria que asegure el futuro de los soñadores, fortalezca la economía y refleje los valores que Estados Unidos afirma defender. El país no puede darse el lujo de perder el talento, la energía y el potencial de esta generación.