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Los trabajadores agrícolas en Calexico luchan en medio de la falta de apoyo y la discriminación

-Editorial

Desde el amanecer, cuando los primeros rayos de sol atraviesan el horizonte, los trabajadores del campo ya están arduamente laborando. Sin embargo, su jornada está lejos de ser fácil. Cada día, alrededor de las 11 p. m., se puede ver una larga fila de estos dedicados individuos en el Puerto de Entrada de Calexico, una rutina que siguen sin importar las difíciles condiciones, ya sea el frío, el calor abrasador o una crisis de salud global. Estos hombres y mujeres trabajan incansablemente para poner comida en las mesas de innumerables estadounidenses.

Conozcan a Jesús Arredondo, uno de estos trabajadores agrícolas que cruza la frontera de madrugada en busca de trabajo en los campos. Él comprende que esta travesía no se trata solo de conseguir un trabajo de un día, sino también de tener acceso a derechos básicos, como baños y un entorno seguro. Desafortunadamente, Calexico carece de servicios, y el creciente número de indigentes en el centro de la ciudad, combinado con la falta de refugios, crea un riesgo para la salud tanto de los trabajadores agrícolas como de la comunidad sin hogar. La mayoría se ve obligada a acampar en las calles, esperando durante horas en Calexico antes de comenzar su jornada laboral.

“Todos nosotros que trabajamos en los campos tuvimos que apoyarnos y cuidarnos mutuamente durante la pandemia porque recibimos muy poca ayuda”, compartió Arredondo. “Nos dieron algunas mascarillas, pero eso fue todo. Tuvimos que seguir trabajando y cuidándonos unos a otros”.

Arredondo recordó vívidamente cómo, durante la pandemia, cuando todo estaba cerrado, no tenían dónde usar los baños. No les quedó más opción que utilizar callejones y otros lugares improvisados.

El número estimado de trabajadores agrícolas contratados en los EE. UU., incluyendo a migrantes, trabajadores temporales, empleados durante todo el año y participantes en programas patrocinados, es considerable. Aproximadamente 15,000 trabajadores agrícolas cruzan la frontera entre Estados Unidos y México a diario a través del Condado Imperial.

Se reúnen temprano por la mañana, alrededor de las 3 a. m., en la esquina de la Calle Tercera y la Avenida Paulin en la ciudad de Calexico, California. Esta ciudad fronteriza es un crisol de culturas, con una importante población de trabajadores agrícolas que se reúnen cada noche, esperando trabajo. La Avenida Donut, un restaurante ubicado en la Calle Tercera, se ha convertido en un refugio temporal para los trabajadores agrícolas que pasan tiempo allí antes de comenzar sus turnos laborales.

Su viaje está lleno de innumerables obstáculos, desde lidiar con condiciones climáticas impredecibles hasta soportar el agotador trabajo físico que exige una fortaleza inquebrantable. Los trabajadores agrícolas son los héroes anónimos, a menudo pasados por alto y poco apreciados. Sus sacrificios pasan desapercibidos y sus historias quedan sin contar. A pesar de los éxitos de los esfuerzos de César Chávez hace décadas, parece que el apoyo que deberían recibir se ha perdido en un laberinto burocrático, con promesas políticas incumplidas.

El exalcalde de Calexico, Javier Moreno, propuso una vez un centro de servicios para trabajadores agrícolas que proporcionaría instalaciones esenciales como baños, un centro médico, refugio y otros servicios esenciales. Lamentablemente, este centro sigue siendo una idea no realizada.

La pandemia de coronavirus amplificó problemas existentes en el Condado Imperial, una de las regiones más pobres de California, catalogada como una comunidad desfavorecida debido a sus altos niveles de pobreza. Paradójicamente, la industria agrícola es el segundo empleador más grande en el Condado Imperial, superado solo por el sector gubernamental. El condado genera una importante cantidad de ingresos agrícolas, principalmente de la cría de ganado. Varios cultivos generan más de $100 millones en actividad económica cada año, incluyendo varios tipos de lechuga, alfalfa y brócoli.

A pesar de la necesidad de apoyar a la población transitoria en Calexico, el gobierno local ha tomado una acción mínima o nula para proporcionar baños públicos o viviendas para los trabajadores del campo.

“Todos los trabajadores que comienzan a cruzar la frontera desde Mexicali a Calexico debido a la falta de viviendas viven allí”, dijo Marco César Lizárraga, Director de La Cooperativa Campesina con sede en Sacramento. “Nadie se preocupa por proporcionar viviendas para los trabajadores agrícolas dentro de sus posibilidades económicas”.

Lizárraga enfatizó que la mayoría de estos trabajadores temen el abuso, especialmente cuando no se les compensa por las horas trabajadas. Además, destacó la prevalencia del abuso y la discriminación, especialmente contra las mujeres.

“El abuso sexual contra las mujeres es un problema constante y las víctimas a menudo tienen miedo de denunciar. El acceso a la atención médica es otra preocupación. Nadie está haciendo el esfuerzo de proporcionar acceso a los beneficios de SNAP para los trabajadores agrícolas, a pesar de que califican durante la temporada de trabajo”, explicó.

A pesar de que se han promulgado leyes para proteger a los trabajadores agrícolas, no se aplican de manera constante. Lizárraga subrayó que las agencias gubernamentales deberían proporcionar los servicios a los que tienen derecho los trabajadores agrícolas, en lugar de simplemente existir como entidades burocráticas.

Las cinco agencias miembros de La Cooperativa operan 66 centros de servicios en 31 condados de California, brindando servicios integrales en regiones rurales y agrícolas

Además de obtener y subcontratar financiamiento para sus miembros, fomentan la colaboración entre agencias y garantizan el cumplimiento de las pautas federales y estatales de subvenciones. Juntas, las agencias miembros crean una fuerza laboral de más de 500 empleados, con un presupuesto operativo combinado que supera los $81,000,000. Lizárraga, nativo de Calexico, sigue comprometido en apoyar a las familias de trabajadores agrícolas a través de su organización.

Debido a que los servicios ofrecidos por La Cooperativa se centran en aumentar la autosuficiencia y proteger la agencia de los trabajadores agrícolas, pueden lograr tasas mucho más altas de participación en esta población tradicionalmente difícil de alcanzar. La organización continúa siendo un faro de esperanza para estos trabajadores agrícolas, esforzándose por llenar los vacíos dejados por el gobierno local y brindarles el apoyo que necesitan y merecen.

El trabajo de un jornalero agrícola no se trata solo de plantar y cosechar. Es un camino de resiliencia, perseverancia y empatía. Por esa razón, sus necesidades deben abordarse para que puedan tener un mejor futuro para ellos y sus familias. Estos trabajadores agrícolas inmigrantes dan todo de sí, y sus servicios son negados debido a la discriminación, se aprovechan de ellos porque no hablan inglés.

Los desafíos a los que se enfrentan son inmensos, pero la solución es clara: es hora de cerrar la brecha, proporcionar las instalaciones necesarias y garantizar que cada trabajador agrícola reciba el respeto y el apoyo que merece legítimamente. A medida que arrojamos luz sobre sus luchas, es nuestra responsabilidad hacer un cambio, estar a su lado para crear un futuro más brillante y equitativo para todos.

El momento del cambio es ahora. Es hora de poner fin a la lucha que enfrentan los trabajadores agrícolas en Calexico, brindándoles el apoyo que necesitan para prosperar en su patria adoptiva. Es hora de reconocer sus invaluables contribuciones y asegurarnos de que puedan llevar una vida con dignidad y respeto.

En el corazón de Calexico, los trabajadores agrícolas emprenden una jornada incansable todos los días, comenzando antes de que salga el sol. Su dedicación para poner comida en nuestras mesas a menudo pasa desapercibida. Sus luchas están lejos de ser ordinarias, trascienden las duras condiciones climáticas, el agotador trabajo y, más recientemente, una crisis de salud global.

A pesar del inmenso valor que aportan a nuestras vidas, estos héroes anónimos enfrentan innumerables desafíos, desde el limitado acceso a instalaciones básicas hasta las condiciones laborales inciertas. La falta de apoyo de las autoridades locales los deja vulnerables y pasados por alto, lo que hace que su lucha cuesta arriba sea aún más desafiante.

Es hora de reconocer los sacrificios hechos por estos trabajadores agrícolas y abordar sus necesidades apremiantes. Al proporcionar instalaciones esenciales, viviendas y protección contra el abuso y la discriminación, podemos empoderar a estos trabajadores esforzados para asegurar un futuro mejor para ellos y sus familias. El momento del cambio es ahora, mientras nos esforzamos por asegurar que se reconozca y aprecie la contribución de cada uno de ellos, libre de discriminación y dificultades.

 

 

Artículo desarrollado como parte de la Beca EMG Stop the Hate en colaboración con la Biblioteca del Estado de California.

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