El presidente Donald Trump ha ordenado a la Fiscal General de Estados Unidos, Pam Bondi, que solicite la apertura de los testimonios del gran jurado relacionados con Jeffrey Epstein, mientras su administración enfrenta un renovado escrutinio por sus vínculos pasados con el fallecido financiero y delincuente sexual convicto.
“Debido a la ridícula cantidad de publicidad que se le ha dado a Jeffrey Epstein, he pedido a la Fiscal General Pam Bondi que presente cualquier testimonio pertinente del Gran Jurado, sujeto a la aprobación del tribunal”, publicó Trump en su plataforma Truth Social. “¡Esta ESTAFA, perpetuada por los demócratas, debe terminar ya!”
Bondi confirmó la orden en X (anteriormente Twitter), escribiendo: “Estamos listos para solicitar mañana al tribunal que desclasifique las transcripciones del gran jurado”.
El llamado de Trump surge en medio de la creciente presión del público y de algunos de sus propios seguidores para que se divulguen los documentos largamente buscados relacionados con la red de tráfico sexual de Epstein y sus presuntas conexiones con figuras prominentes. El tema se ha convertido en un punto crítico de controversia política y teorías de conspiración, muchas de las cuales Trump ha respaldado o desestimado según el contexto político.
Pero es importante señalar que, bajo la ley federal de los Estados Unidos, los procedimientos del gran jurado son estrictamente confidenciales, conforme a la Regla 6(e) de las Reglas Federales de Procedimiento Penal. Estas normas están diseñadas para proteger la integridad de las investigaciones, la privacidad de los testigos y la reputación de las personas que no han sido acusadas formalmente. Para que cualquier testimonio ante un gran jurado sea divulgado, un juez federal debe aprobar su desclasificación, y aun así, dicha divulgación debe responder a un interés legal apremiante—como el avance de la justicia, el cumplimiento de citaciones emitidas por el Congreso, o la corrección de desinformación pública. Emitir una orden para su liberación no es legalmente suficiente; debe cumplir con criterios estrictos, y la información revelada puede ser parcial o limitada. Por lo tanto, la orden de Trump podría tener más peso político que efecto práctico—es poco probable que ofrezca las revelaciones contundentes que algunos exigen y estará sujeta a importantes desafíos legales ante los tribunales.
Durante casi 15 años, Trump y Epstein mantuvieron una amistad social, asistiendo con frecuencia a eventos juntos. En 1992, NBC News grabó a Trump y Epstein en una fiesta en Mar-a-Lago con porristas de la NFL. En las imágenes, Trump aparece bailando con mujeres, susurrando a Epstein y haciendo comentarios lascivos.
En los años siguientes, Trump y Epstein fueron fotografiados juntos en varios eventos, incluyendo una fiesta de Victoria’s Secret en 1997. Según registros judiciales, Trump voló al menos siete veces en el jet privado de Epstein entre 1990 y 1997. En una entrevista de 2002 con la revista New York, Trump declaró: “Conozco a Jeff desde hace quince años. Un tipo fantástico… Incluso se dice que le gustan las mujeres bellas tanto como a mí, y muchas de ellas son bastante jóvenes”.
En 2016, una mujer identificada como “Jane Doe” presentó una serie de demandas contra Trump y Epstein, alegando que ambos la agredieron sexualmente cuando tenía 13 años. Aunque las demandas fueron retiradas, atrajeron la atención nacional durante la primera campaña presidencial de Trump.
El tema resurgió en junio de 2025, cuando Elon Musk afirmó que el nombre de Trump aparecía en archivos relacionados con Epstein aún no divulgados, señalando que esa era la verdadera razón por la cual el expresidente no cumplió su promesa de campaña de 2024 de hacerlos públicos. La renuencia de Trump ha generado creciente descontento entre sectores de su base política, especialmente entre quienes creen en teorías conspirativas que vinculan a Epstein con una supuesta red de élites políticas.
Semanas atrás, la Fiscal General Bondi publicó un memorando en el que aseguraba que no existía evidencia de que Epstein hubiera tenido una “lista de clientes” ni que hubiera chantajeado a figuras públicas. El documento reafirmó la conclusión oficial de que Epstein murió por suicidio mientras estaba bajo custodia federal.
El anuncio generó indignación entre teóricos de la conspiración y miembros de la base MAGA pro-Trump, quienes acusaron a su administración de ocultar información clave. Trump respondió con furia en redes sociales, calificando las exigencias como una farsa “perpetuada por los demócratas” y describiendo a sus antiguos simpatizantes que pedían la publicación de los archivos como “estúpidos” y “tontos”.
Una nueva controversia estalló el 17 de julio, cuando The Wall Street Journal reportó la existencia de una carta que Trump supuestamente envió a Epstein en 2003 por su cumpleaños número 50. La carta, que formaría parte de un álbum fotográfico elaborado por Ghislaine Maxwell, incluía la firma de Trump debajo de un dibujo caricaturesco de una mujer desnuda. Trump respondió presentando una demanda por difamación de 20 mil millones de dólares contra la publicación.
“El Wall Street Journal publicó una carta FALSA, supuestamente para Epstein. Esas no son mis palabras, ni mi forma de hablar. Además, yo no hago dibujos. Le dije a Rupert Murdoch que era una estafa, que no debía publicar esa historia falsa. Pero lo hizo, y ahora voy a demandarlo a él y a su periódico de tercera. ¡Gracias por su atención a este asunto! DJT”, escribió Trump en redes sociales.
Incluso algunos de sus más firmes simpatizantes, como el conductor conservador de radio Michael Savage, han dicho que la forma en que se maneje el caso Epstein podría hundir la presidencia.