Ciudad de México — Ante más de 600,000 personas reunidas en el Zócalo capitalino, la presidenta Claudia Sheinbaum celebró “siete años de transformación”, marcando el aniversario del inicio de la llamada “Cuarta Transformación”. En un discurso cargado de retórica patriótica, afirmó que los cambios impulsados por su gobierno no son solo económicos y sociales, sino profundamente morales: parte de un proyecto “humanista” para rehacer el tejido de la sociedad mexicana.
Pero mientras los vítores resonaban en la Plaza de la Constitución, miles de kilómetros al norte, en Washington, se desarrollaba un acto político mucho más delicado: el primer encuentro cara a cara de Sheinbaum con Donald J. Trump, junto al primer ministro canadiense Mark Carney, durante el sorteo de grupos del Mundial de la FIFA 2026 —un evento que podría señalar un reajuste en la relación entre México y Estados Unidos.
Durante la masiva concentración en el Zócalo, Sheinbaum ofreció un recuento contundente de lo que, según ella, se ha logrado bajo la Cuarta Transformación (4T). Según su mensaje:
- De 2018 a 2024, 13.5 millones de mexicanos habrían salido de la pobreza; afirmó que México es ahora el segundo país menos desigual de América.
- El salario mínimo diario llegará a 315 pesos el 1 de enero de 2026 —un aumento del 154 % desde 2018.
- La inflación estaría controlada: para finales de octubre de 2025, se ubicó en 3.57 %.
- La Inversión Extranjera Directa (IED) alcanzó un récord histórico en el tercer trimestre de 2025: más de 40 mil millones de dólares.
- El tipo de cambio cerró el 5 de diciembre en 18.18 pesos por dólar.
- Tan solo en 2025 se crearon alrededor de 551,000 empleos formales; el desempleo se situó en 2.6 %, uno de los más bajos del mundo. Mientras tanto, las reservas internacionales del Banco de México (Banxico) alcanzaron los 250 mil millones de dólares.
Más allá de los indicadores macroeconómicos, destacó reformas laborales: derecho al voto sindical libre y secreto, creación de centros de conciliación de conflictos laborales, reducción de comisiones de las Afore, eliminación del outsourcing, seguridad social para trabajadores de plataformas digitales y una propuesta de reforma constitucional para establecer una jornada laboral de 40 horas para 2027.
En materia social, señaló que los programas de bienestar alcanzan a 32 millones de un estimado de 35 millones de familias; en 2026 comenzará un proceso de credencialización para un sistema universal de salud; la capacidad educativa se expande —este año se abrieron 37,500 nuevos espacios de preparatoria y 124,000 lugares universitarios gratuitos.
Sheinbaum también mencionó avances en infraestructura: 300,000 nuevas viviendas (hacia una meta de 1.2 millones), alivio de deuda para cinco millones de beneficiarios de fondos de vivienda, nuevas obras hidráulicas y de riego, reactivación de trenes de pasajeros y carga (incluido el Tren Maya), mejora de carreteras y la nacionalización o recuperación de empresas energéticas como Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Finalmente, enmarcó el día y su diplomacia global como prueba de que México puede mantener una relación respetuosa y colaborativa con Estados Unidos —“defendiendo siempre nuestra soberanía, con colaboración y sin subordinación”, afirmó— rechazando rotundamente cualquier idea de que México sea, o pueda ser, “colonia o protectorado”.
El tono fue categórico: este, afirmó, es un nuevo México —independiente, soberano, próspero y justo.
Un día antes, Sheinbaum había viajado a Washington, D.C., para asistir al sorteo del Mundial 2026 —que será organizado conjuntamente por Estados Unidos, México y Canadá.
En la ceremonia, grupos de aficionados de los tres países celebraron; imágenes mostraron a Sheinbaum, Trump y Carney juntos en el escenario bajo las luces, en una escena descrita por la prensa como “cordial”, “amistosa” e incluso “relajada”.
En privado, la reunión del trío duró unos 45 minutos. Para Sheinbaum, el enfoque fue claro: “la gran oportunidad que representa el Mundial de la FIFA 2026 para los tres países” y el compromiso de “seguir trabajando juntos en temas comerciales con nuestros equipos”.
Analistas han subrayado el valor simbólico del momento: el primer encuentro presencial entre Sheinbaum y Trump desde su regreso a la Casa Blanca, en un contexto donde las relaciones bilaterales han enfrentado tensiones por aranceles, migración y seguridad.
Si bien la celebración en el Zócalo y el apretón de manos en Washington evocan optimismo, el camino por delante puede ser menos sencillo.
- Promesas Económicas vs. Incertidumbres Globales
- Los amplios avances económicos y sociales que Sheinbaum describió —desde la reducción de la pobreza hasta la creación de empleo y el aumento del salario mínimo— serán difíciles de sostener si los vientos globales adversos reducen la demanda o provocan salida de capitales. Los niveles récord de inversión extranjera y reservas ofrecen un colchón, pero el crecimiento y la estabilidad inflacionaria dependerán tanto de factores internos como externos.
- Las expectativas sobre reformas laborales y de pensiones, aunque populares, podrían generar tensiones con empleadores, inversionistas y empresas internacionales —especialmente cuando México continúa atrayendo capital foráneo.
- Relaciones Comerciales Bajo Presión
- Pese al tono optimista de la visita a Washington, persisten tensiones con Estados Unidos —especialmente en torno a aranceles, cadenas de suministro y la próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), programada para 2026.
- El gobierno de Trump ha amenazado antes con fuertes barreras comerciales a productos mexicanos (especialmente acero, aluminio y automóviles) y mantiene escepticismo sobre la capacidad o voluntad de México para frenar la migración y el tráfico de drogas.
- Enfrentar estas presiones sin ceder soberanía —como insiste Sheinbaum— requerirá diplomacia cuidadosa.
- Equilibrar Ideales Domésticos con Realidades Internacionales
- La agenda interna es amplia, ambiciosa y transformadora —pero la escala trae complejidad: financiar vivienda, salud universal y educación masiva, mientras se prometen más subsidios y protecciones laborales, puede tensar la capacidad fiscal del país.
- También existe el riesgo de polarización política: grandes programas sociales y esfuerzos redistributivos suelen generar críticas de sectores empresariales o de grupos que los perciben como amenazas al liberalismo económico o a incentivos de inversión.
- Además, las expectativas públicas serán ahora mayores que nunca. Tras prometer resultados concretos, el gobierno deberá cumplir en los próximos meses —lo que significa mayor escrutinio sobre inflación, empleo y nivel de vida.
Un Optimismo Cauteloso para las Relaciones entre México, Estados Unidos y Canadá
A pesar de los posibles puntos de conflicto, el tono mostrado en Washington ofrece motivos para un optimismo moderado:
- El hecho de que Sheinbaum y Trump decidieran reunirse públicamente y en privado, en un evento deportivo de alto perfil, sugiere que ambos ven valor en redefinir —o al menos manejar con más pragmatismo— la relación bilateral. La diplomacia deportiva, a menudo desdeñada, pudo servir como “terreno neutral” para abrir canales de comunicación.
- Para México, el Mundial es más que deporte: millones de visitantes, inversión en infraestructura, turismo y comercio transfronterizo —el potencial económico y reputacional es considerable. Un enfoque cooperativo conviene a los tres anfitriones.
- El planteamiento de Sheinbaum —colaboración sin subordinación— podría resonar con una administración estadounidense interesada en cadenas de suministro estables, control migratorio y cooperación regional sin incurrir en acusaciones de neocolonialismo.
En México, la clase política y la sociedad civil observarán con atención. Si el gobierno logra demostrar que las promesas sociales y económicas se traducen en mejoras tangibles en la calidad de vida —y si México maneja de forma más diplomática las tensiones comerciales y bilaterales— el apretón de manos en Washington podría convertirse en un punto de inflexión para una nueva era en las relaciones norteamericanas.
Pero el camino requerirá disciplina, realismo y, posiblemente, compromisos difíciles.
¿Qué Significa Todo Esto para el Futuro de México?
La celebración dominical en el Zócalo fue más que un acto político: fue un momento de autopercepción nacional. El mensaje fue claro: un México transformado, orgulloso, soberano, socialmente justo y ambicioso. Pero esa imagen choca ahora con las realidades de la geopolítica: presiones comerciales, incertidumbre global, migración, dependencias externas y la influencia del capital internacional.
La visita a Washington subraya una verdad: el destino de la transformación interna no puede desligarse de la política exterior. El mundo está mirando. Con el Mundial 2026 en el horizonte, México tiene una oportunidad única de mostrar no solo sus estadios y su turismo, sino su capacidad de liderazgo, cooperación y dignidad nacional.
En última instancia, el éxito de la Cuarta Transformación —dentro y fuera del país— dependerá de si las grandes promesas logran superar la prueba de los mercados, las leyes y las corrientes globales.