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Por: Ellie Burgueno, Periodista y Escritora
A medida que noviembre avanza, nos trae una temporada de reflexión y gratitud: un momento para detenernos y apreciar verdaderamente los regalos en nuestras vidas que no se pueden comprar con dinero: la familia, la salud, el amor, la paz y la simple alegría de compartir una comida con quienes más nos importan. Se acerca el Día de Acción de Gracias, y con él llega el momento perfecto para respirar, mirar atrás y reconocer las incontables bendiciones que nos rodean. Para mí, este año, la gratitud se siente especialmente profunda.
Estoy profundamente agradecida por mi familia: por su apoyo incondicional, por las risas y hasta por los desafíos que han moldeado quién soy. La familia es la base sobre la que se construye todo lo demás en la vida, y me siento bendecida de tener seres queridos que son pilares de fortaleza y motivación, recordándome día a día la importancia de la conexión, la compasión y la lealtad.
También estoy agradecida por mi trabajo y mis publicaciones, que se han convertido en puentes de comunicación y entendimiento entre comunidades. Hace casi una década emprendí este camino con la visión de informar, inspirar y conectar a las personas. Hoy, al mirar atrás y ver lo que hemos logrado, me siento orgullosa de los hitos alcanzados, las alianzas formadas y las puertas que hemos abierto. Este año, en particular, ha sido muy destacado profesionalmente. Tuve la alegría de presentar mi segundo libro sobre finanzas personales para mujeres, ¡Hey Chicas, Ustedes También Pueden Convertirse en Unas Chingonas Para Hacer Dinero!, y de lanzar nuestra gira de presentaciones, un proyecto profundamente personal y empoderador para mujeres que buscan independencia financiera. Además, recibir el premio de Excelencia en Periodismo del San Diego Press Club, un reconocimiento que honra la dedicación, integridad e impacto de nuestro trabajo, ha sido muy gratificante. Cada uno de estos logros nos recuerda que el esfuerzo constante, la pasión y la fe en nuestra visión pueden generar resultados significativos.
Mi gratitud se extiende también a todas las personas que han sido parte de este camino: quienes permanecieron, aportando su energía, talento y visión, y quienes se fueron, cada uno de ellos enseñándonos lecciones de resiliencia, discernimiento y crecimiento. La vida, en su infinita complejidad, tiene la manera de mostrarnos los verdaderos colores de las personas a medida que evolucionamos. A veces, las amistades cambian, y quienes estuvieron cerca pueden alejarse o incluso convertirse en adversarios, sin previo aviso. Es una verdad difícil, pero esencial. Nos recuerda enfocarnos en lo que realmente importa y a invertir nuestra energía en relaciones basadas en la confianza, el respeto y valores compartidos.
Al mismo tiempo, estas experiencias iluminan el valor increíble de quienes permanecen: los amigos, socios y aliados que ven nuestro potencial incluso cuando dudamos de nosotros mismos, que nos levantan cuando el camino se oscurece y que celebran nuestras victorias con alegría genuina. Estas son las personas que vale la pena atesorar, quienes hacen que el viaje tenga sentido.
La gratitud también incluye reconocer nuestro crecimiento personal. Todos somos obras en progreso—en construcción, esforzándonos por convertirnos en nuestra mejor versión. La vida nos enseña cada día que nuestros pensamientos, hábitos y la compañía que mantenemos moldean quiénes somos y en quiénes nos convertimos. Cuidar nuestra mente, cuerpo y espíritu es esencial, así como nutrir los ambientes en los que vivimos. Al rodearnos de personas que ven lo mejor de nosotros y nos animan a perseguir nuestros sueños, creamos un terreno fértil para el crecimiento, la innovación y la realización personal.
Al acercarnos al cierre de otro año, es natural reflexionar sobre el pasado y soñar con audacia para el futuro. El Día de Acción de Gracias nos recuerda no solo celebrar lo que tenemos, sino también visualizar lo que es posible. Para mí, esa visión incluye seguir creciendo con nuestras publicaciones, alcanzar nuevos hitos y enfrentar los desafíos con resiliencia y optimismo. Incluye valorar las relaciones que nos sostienen y aprovechar cada oportunidad para aprender de todos los encuentros, tanto agradables como difíciles.
Me inspira el camino que hemos recorrido hasta ahora y las personas que lo han hecho posible. A quienes creyeron en nosotros cuando el camino parecía incierto, a quienes han aportado su tiempo, confianza y dedicación, y a cada lector, socio y amigo que ha sido parte de estos casi diez años de circulación, les extiendo mi más sincero agradecimiento.
Este noviembre, al reunirnos con nuestros seres queridos, espero que todos tomemos un momento para reflexionar sobre las bendiciones que no pueden medirse en dólares: la familia, la salud, el amor, la verdadera amistad y la satisfacción del trabajo significativo. Que sigamos creciendo, aprendiendo y avanzando con gratitud, esperanza y un renovado compromiso de convertirnos en nuestra mejor versión.
¡Feliz Día de Acción de Gracias y gracias por ser parte de este camino!