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Por: Fidel Gastelum, Reportero
El sábado 9 de Noviembre se conmemoró el 30° aniversario de la Caída del Muro de Berlín, un acontecimiento de los más emblemáticos en la historia de la humanidad, que marcó la vida de tres generaciones durante el siglo XX, cuando se instaló la muralla en 1963, como un instrumento de control político y diplomático, bajo el contexto de la Guerra Fría, donde el bloque capitalista liderado por Estados Unidos, y el bloque socialista por la URSS, para intervenir en Alemania, y dividirla en dos partes.
Fue así como el 9 de noviembre de 1989, tras casi tres décadas de historias de familias separadas y personas que fueron asesinadas en su intento de cruzar el muro, además de la tensión política que se vivía día con día, ante la amenaza de una invasión por parte de la URSS, que desataría una tercera guerra mundial. Miles de alemanes de reunieron en Berlín para derribar el muro con sus propias manos, ante la débil presencia militar rusa, y ante los ojos de mundo, ante un hecho que marcó el rumbo de Alemania y del mundo bipolar, de ese entonces.
La caída del “muro de la vergüenza”, como lo llamaban los ciudadanos alemanes, representó el inicio de la reunificación de Alemania, así como de muchas familias, que, tras los estragos de la segunda guerra mundial, apenas pudieron vivir en paz 15 años, cuando se determinó la creación de la República Democrática de Alemania, auspiciada por Rusia y sus aliados, dividiéndola de la República Federal de Alemania, que estuvo bajo control de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Un acto simbólico que representó un duro golpe para la diplomacia del bloque comunista y sus pretensiones en diferentes partes del mundo; pues pasarían dos años más para que se disolviera por completo la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), para dar paso a una lista de más 15 países independientes, que dejaron de estar alineados a las decisiones que se tomaban desde Moscú.
Hoy en día aún quedan algunos vestigios del muro en el centro de Berlín, en su concreto se aprecia grafiti y líneas con mensajes de protesta, en referencia al modo de vida de aquel entonces, así como de algunas situaciones políticas recientes, de la actual Federación Alemana. Algunos fragmentos del muro que fueron guardados en los hogares alemanes, como una pieza significativa de su propia historia. Éstos han llegado a subastarse en decenas de miles de dólares.
