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Por: Lic. Jaime Israel Dávila Gómez, Abogado.
Hasta hace unos años la protección de una marca en nuestro país se relacionaba, tanto en la mente de emprendedores y empresas, con un solo acto: el registro de la misma ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
En la actualidad, por los cambios y dinámicas distintas surgidas tanto en la legislación aplicable, como en el mundo del emprendimiento y las industrias creativas, el registro es insuficiente para proteger de manera integral a una marca.
La marca se puede proteger desde la creación, tanto del nombre como de la parte gráfica. Es decir, si se contrata a terceros para que creen el nombre que utilizará mi marca y/o el diseño gráfico o identidad visual de la misma, lo correcto es celebrar contratos con estos terceros para que lo creado pertenezca exclusivamente a la empresa que piensa utilizarlo y solo esta pueda obtener los registros de marca.
Una vez registrada la marca, es importante que el titular esté atento a dar aviso de su uso a los 3 años desde que la obtuvo para que la misma no caduque, y de la misma manera deberá renovar cada 10 años su signo distintivo para no perderlo. Adicionalmente, el IMPI cuenta con herramientas para que los dueños de marcas monitoreen qué marcas se están solicitando a registro y se opongan en el caso de marcas que pudieras afectarles por parecerse o ser idénticas a las propias.
Por último, la constante evolución de una empresa o emprendimiento puede implicar la prestación o venta de servicios o productos distintos o adicionales a los que originalmente colocaba en el mercado. Por lo tanto hay que analizar de la mano siempre de un abogado si el cambio en la actividad económica involucra la necesidad de obtener nuevos registros de marca relacionados con los distintos giros, o incluso si nuevas figuras complementarias de protección de propiedad intelectual son necesarias para proteger la marca.
