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-Editorial
Vicente Fernández, el animador mexicano cuya ilustre carrera como “rey de las rancheras” abarcó décadas en la música y el cine, falleció. Tenía 81 años. Fernández murió en Guadalajara en su estado natal de Jalisco. Había estado hospitalizado durante cuatro meses después de una caída en su rancho.
Fernández padecía el síndrome de Guillain-Barré, lo que le dificultaba su recuperación. Fernández vendido más de 65 millones de álbumes y filmado más de 35 películas. Ganó tres Grammys y ocho Latin Grammys, además de ser nombrado Persona del Año por la Academia Latina de la Grabación en 2002.
Fue un cantante, actor y productor de cine mexicano. Apodado “El Charro de Huentitán”, El Ídolo de México” y “El Rey de la Música Ranchera”, Fernández inició su carrera como músico callejero, y se convirtió en un ícono cultural, habiendo grabado más de 50 álbumes y contribuido a más de 30 películas, su repertorio estuvo compuesto por rancheras y otros clásicos mexicanos.
En la primavera de 1966 murió Javier Solís, el cantante tradicional más popular de México. Discos CBS, el sello discográfico del departamento mexicano de CBS Records International, le ofreció a Fernández un contrato de grabación. Lanzó su primera grabación, “Perdóname”, con la compañía en 1966; Fernández todavía graba para el sello, que ahora es Sony Music Latin de Sony Music Entertainment.
En 1970, justo cuando Fernández estaba a punto de subir al escenario, murió su padre. Abrumado por la noticia, pero decidido a no dejar que el público se fuera sin espectáculo, Fernández subió al escenario y actuó. Al final de la noche los críticos lo compararon con otros famosos artistas rancheros como José Alfredo Jiménez, Jorge Negrete y Javier Solís. Desde entonces, su música se ha expandido rápidamente. En 1998, continuó de gira a pesar del secuestro de su hijo mayor.
Vicente Fernández nació el 17 de febrero de 1940 en la vereda Huentitán El Alto, Jalisco, hijo de un ganadero y ama de casa. Cuando tenía entre 6 y 7 años, solía ir con su madre a ver películas protagonizadas por Pedro Infante y Jorge Negrete y, como él mismo recordó una vez, le dijo a su madre que “cuando sea grande voy a ser como ellos”.
Desde entonces tuvo gusto por la música y a los 8 años le regalaron una guitarra, la cual aprendió a tocar al mismo tiempo que comenzó a estudiar música folclórica. Después de terminar la escuela primaria, y debido a la falta de éxito en la venta de leche de las vacas en su rancho, la familia se mudó a Tijuana, donde un adolescente Fernández trabajaba como albañil, pintor y ebanista.
