-Editorial
En el mundo de los negocios y la política, la confianza es la base sobre la cual se construyen las relaciones. Empleadores, inversionistas y votantes buscan líderes y socios que exhiban integridad, fiabilidad y un fuerte sentido moral. Sin embargo, una pregunta ha generado debate entre ejecutivos corporativos y gerentes de contratación: ¿deberían las empresas contratar a personas con un historial de infidelidad? La respuesta, según muchos, es un rotundo no. El engaño en las relaciones personales a menudo indica fallas éticas más profundas, lo que hace que las personas infieles no sean aptas para ocupar puestos de confianza y liderazgo.
La Infidelidad como una Alerta de Deshonestidad en los Negocios
Zane Marshall, fundador de Lux Social, una agencia de marketing digital, fue noticia cuando declaró que nunca haría negocios con un infiel. ¿Su razón? “Si alguien está dispuesto a engañar a su esposa o a la madre de sus hijos, ¿no creen que también te apuñalará por la espalda por dinero en algún momento?” La postura de Marshall es compartida por muchos líderes empresariales que creen que la integridad personal y la ética profesional están profundamente entrelazadas.
La infidelidad es una forma de engaño, y el engaño en cualquier capacidad es una seria alerta en los negocios. Un estudio del Instituto de Estudios Familiares encontró que las personas que engañan en sus relaciones personales tienen muchas más probabilidades de involucrarse en comportamientos poco éticos en el trabajo, incluyendo malversación de fondos, fraude y deshonestidad laboral. La razón es simple: si una persona puede engañar a alguien a quien dice amar, es más probable que engañe a socios de negocios, colegas y clientes.
Posturas Corporativas Contra Contratar a Infieles
Aunque esta perspectiva pueda parecer dura, numerosas empresas han adoptado una postura firme contra la contratación de personas con un historial conocido de engaños o deshonestidad. En industrias de alto riesgo como las finanzas, el derecho y la política, la integridad es primordial. Algunas empresas incluso realizan exhaustivas verificaciones de antecedentes y entrevistas de referencia para evaluar el historial ético de los posibles contratados.
Por ejemplo, Warren Buffett, el legendario inversionista y CEO de Berkshire Hathaway, ha enfatizado repetidamente la importancia de la integridad al contratar. Famosamente declaró: “Cuando buscas personas para contratar, buscas tres cualidades: integridad, inteligencia y energía. Y si no tienen la primera, las otras dos te matarán.” Las palabras de Buffett subrayan el hecho de que la inteligencia y las habilidades no tienen valor sin una base ética.
De manera similar, el ejército de EE. UU. pone un fuerte énfasis en la conducta personal al evaluar a los candidatos para roles de liderazgo. Un historial de infidelidad puede descalificar a una persona de recibir autorizaciones de seguridad, ya que la deshonestidad personal plantea dudas sobre la confiabilidad general y la susceptibilidad al chantaje.
Por Qué los Infieles No Deben Ocultar Cargos Políticos
Las mismas preocupaciones sobre la integridad se aplican a la política. Los políticos ostentan un poder e influencia significativos, y sus decisiones impactan millones de vidas. Si un funcionario electo no puede ser confiable para honrar compromisos personales, ¿cómo pueden sus electores confiar en que cumplirá sus promesas de campaña o gobernará con honestidad?
La historia está llena de ejemplos de figuras políticas cuyas indiscreciones personales llevaron a caídas profesionales. El exsenador estadounidense John Edwards vio colapsar su carrera política después de revelarse un romance extramarital y el posterior encubrimiento. De manera similar, el affaire de Bill Clinton con Monica Lewinsky no solo empañó su presidencia, sino que también llevó a un juicio de destitución que dividió al país.
El problema no es simplemente de moralidad; se trata de juicio, responsabilidad y confianza. Los líderes que participan en comportamientos deshonestos personales demuestran una disposición a engañar, manipular y priorizar sus propios intereses sobre sus compromisos. Estos rasgos son peligrosos en cualquier puesto de liderazgo.
Dinámicas en el Lugar de Trabajo: La Desconfianza Hacia los Infieles
Más allá de las prácticas de contratación y la confianza política, la cultura laboral también sufre cuando personas poco éticas ocupan posiciones de poder. Los empleados esperan equidad, transparencia y fiabilidad de sus gerentes y compañeros. Cuando un líder es conocido por haber engañado en su vida personal, esto puede erosionar la confianza en su toma de decisiones y crear un ambiente de trabajo tóxico.
Un estudio de 2018 de la Harvard Business Review encontró que los empleados que perciben a sus gerentes como poco éticos tienen más probabilidades de desengancharse, experimentar estrés laboral e incluso dejar la empresa. El estudio también reveló que las empresas dirigidas por personas con problemas de integridad personal tienden a sufrir de mayores tasas de rotación y menor moral entre los empleados.
Además, los hombres infieles en el lugar de trabajo suelen exhibir otros comportamientos problemáticos. Investigaciones de la Asociación Americana de Psicología sugieren que las personas que engañan a sus parejas tienen más probabilidades de mostrar tendencias narcisistas y manipuladoras, rasgos que son perjudiciales para fomentar el trabajo en equipo y la colaboración. Este tipo de individuos son más propensos a tomar decisiones empresariales poco éticas, recortar esquinas y priorizar el beneficio personal sobre el bienestar de la empresa.
¿Pueden los Infieles Cambiar?
Los defensores de las segundas oportunidades argumentan que las personas pueden cambiar y aprender de sus errores pasados. Aunque esto puede ser cierto en algunos casos, los gerentes de contratación y los líderes empresariales deben evaluar si el comportamiento pasado de un candidato es un desliz aislado o parte de un patrón más amplio. Las personas reformadas pueden merecer una oportunidad para reconstruir la confianza, pero la confianza no se da, se gana. Aquellos con un historial de deshonestidad deben estar dispuestos a probar, mediante acciones consistentes, que han cambiado.
Un Riesgo No Vale la Pena
En los negocios, la política y el liderazgo, la confianza no es negociable. La infidelidad es una forma de traición que señala un desprecio fundamental por el compromiso y la honestidad. Aunque no todos los infieles cometerán fraude o prácticas empresariales poco éticas, el riesgo es demasiado significativo como para ignorarlo. Las empresas, votantes y organizaciones que priorizan la integridad siempre estarán mejor posicionados para el éxito a largo plazo. Como dice el refrán: “Cómo haces una cosa es cómo haces todo.” Si alguien no puede ser confiable en su vida personal, es probable que no pueda ser confiable ni en la sala de juntas ni en la Oficina Oval.