La migración ha sido un elemento definitorio en la historia de Estados Unidos, impulsando su crecimiento y moldeando su identidad. En este Día Internacional del Migrante, es vital reconocer el profundo impacto que los migrantes han tenido en el país, no solo en la fuerza laboral, sino también en el tejido cultural y social de la nación. A medida que el discurso en torno a la migración se politiza cada vez más, examinar las contribuciones económicas de los migrantes y las posibles consecuencias de los planes de deportación masiva revela lo que está en juego para Estados Unidos.
Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo visto como una tierra de oportunidades, atrayendo a individuos y familias de todo el mundo en busca de una vida mejor. Desde las oleadas de inmigrantes europeos en los siglos XIX y XX hasta la llegada de migrantes de América Latina, Asia y África en décadas recientes, el desarrollo del país ha estado entrelazado con las ambiciones de los recién llegados. Históricamente, los migrantes han cubierto escasez crítica de mano de obra, construido infraestructura y contribuido a la expansión industrial y agrícola.
Hoy en día, aproximadamente 44 millones de personas nacidas en el extranjero residen en Estados Unidos, lo que representa el 14% de la población. Este grupo diverso, incluidos los inmigrantes indocumentados, hace contribuciones significativas a industrias como la construcción, la agricultura, la hospitalidad, la salud y la tecnología.
La migración rara vez es un viaje fácil. Muchos migrantes dejan atrás sus hogares, familias y entornos familiares, enfrentándose a trayectos arduos, dificultades económicas y barreras culturales en busca de oportunidades. Al llegar, a menudo enfrentan discriminación sistémica, barreras lingüísticas y estatus legales precarios. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, los migrantes demuestran resiliencia y un compromiso inquebrantable con el éxito.
Un ejemplo destacado es la industria agrícola, donde los migrantes constituyen un asombroso 73% de la fuerza laboral, según el Departamento de Trabajo de los EE.UU. Estas personas realizan trabajos agotadores en condiciones extremas para garantizar la seguridad alimentaria de millones. En la construcción, otra industria con alta participación de migrantes, sus habilidades y esfuerzos han ayudado a construir ciudades y reparar infraestructura vital tras desastres naturales. Estas contribuciones, a menudo pasadas por alto, son esenciales para mantener la prosperidad del país.
Más allá de cubrir vacantes laborales, los migrantes impulsan la economía de maneras medibles. Un estudio de 2019 de New American Economy encontró que los inmigrantes contribuyeron con más de $2 billones al PIB de los EE.UU. y pagaron $492 mil millones en impuestos. Además, su espíritu emprendedor es evidente, con inmigrantes fundando una de cada cuatro nuevas empresas a nivel nacional, creando empleos y fomentando la innovación.
Si bien los críticos a menudo afirman que los migrantes drenan los recursos públicos, la investigación indica lo contrario. Los migrantes tienen menos probabilidades de acceder a beneficios públicos que los ciudadanos nacidos en el país, y sus contribuciones fiscales con frecuencia superan los costos de los servicios que utilizan. Su poder adquisitivo, estimado en $1.3 billones, apoya a los negocios locales y estimula el crecimiento económico.
La postura agresiva del expresidente Donald Trump sobre la inmigración, incluidos los planes de deportación masiva, amenaza con desestabilizar este delicado equilibrio. Si bien se reconoce la necesidad de abordar la actividad delictiva entre los migrantes, sus políticas corren el riesgo de etiquetar a todos los indocumentados de manera indiscriminada. Deportar a millones de personas trabajadoras podría devastar industrias que dependen en gran medida de la mano de obra migrante, provocando escasez de trabajadores, aumento de costos de producción y precios más altos para los consumidores.
El sector agrícola, que ya enfrenta escasez de mano de obra, sería uno de los más afectados. Sin trabajadores migrantes, los rendimientos de las cosechas podrían desplomarse, obligando a depender de importaciones y poniendo en peligro la seguridad alimentaria del país. Los proyectos de construcción podrían enfrentar retrasos, y la industria hotelera podría luchar para satisfacer la demanda. Los efectos dominó se extenderían mucho más allá de estos sectores, dañando la economía en general.
Es esencial diferenciar entre aquellos que cometen delitos y la mayoría de los migrantes que buscan una vida mejor a través del trabajo honesto. La búsqueda del Sueño Americano no es un acto criminal, sino un testimonio del atractivo perdurable de la esperanza y la oportunidad. Los migrantes, al igual que los ciudadanos nacidos en el país, aspiran a mantener a sus familias, contribuir a sus comunidades y lograr movilidad ascendente.
Al centrarse únicamente en la aplicación de la ley y la deportación, los legisladores corren el riesgo de alienar a una parte esencial de la fuerza laboral y de socavar los valores que históricamente han hecho de Estados Unidos un faro de esperanza. Se necesita con urgencia una reforma migratoria integral que priorice la humanidad, la equidad y la estabilidad económica.
En este Día Internacional del Migrante, reconozcamos el papel vital que los migrantes desempeñan en la construcción y sostenimiento de Estados Unidos. Sus contribuciones, a menudo pasadas por alto, merecen reconocimiento y respeto. En el futuro, el país debe encontrar un equilibrio entre seguridad y compasión, asegurando que sus políticas reflejen los valores de inclusión y oportunidad.
Los planes de deportación masiva pueden parecer una solución rápida a problemas complejos, pero no consideran las consecuencias económicas y sociales a largo plazo. En cambio, el enfoque debe centrarse en crear vías para la regularización legal, fomentar la integración y abordar las causas raíz de la migración.
Los migrantes no son solo trabajadores; son vecinos, amigos y contribuyentes a la historia estadounidense. Reconocer su valor y proteger sus derechos no es solo un imperativo moral, sino una necesidad económica. En este día, comprometámonos nuevamente con políticas que honren sus contribuciones y fortalezcan la nación para todos los que la llaman hogar.