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-Editorial
A medida que la Inteligencia Artificial se convierte en una parte importante de nuestra vida diaria y beneficia al mundo de muchas maneras, también hay efectos secundarios que pueden causar daños irreversibles a la humanidad.
Las aplicaciones de IA incluyen motores de búsqueda de web avanzados (p. ej., Google), sistemas de recomendación (utilizados por YouTube, Amazon y Netflix), comprensión del habla humana (como Siri y Alexa), vehículos autónomos (p. ej., Waymo), toma de decisiones automatizadas creando y compitiendo al más alto nivel en sistemas de juego estratégico (como el ajedrez y el Go).
A medida que las máquinas se vuelven cada vez más capaces, las tareas que se consideran requerir “inteligencia” a menudo se eliminan de la definición de IA, un fenómeno conocido como efecto IA. Por ejemplo, el reconocimiento óptico de caracteres se excluye con frecuencia en las cosas que se consideran IA, ya que se ha convertido en una tecnología de rutina.
En el pasado, la tecnología ha tendido a aumentar en lugar de reducirse su empleo total, pero los economistas reconocen que “estamos en un territorio desconocido” con la IA. Una encuesta mostró un debate sobre si el uso cada vez mayor de robots e inteligencia artificial causará un aumento sustancial en el desempleo a largo plazo, pero en general están de acuerdo en que podría ser un beneficio neto si se redistribuyen las ganancias de productividad.
A diferencia de las oleadas anteriores de automatización, muchos trabajos de clase media pueden ser eliminados por la inteligencia artificial; El Economista afirma que “vale la pena tomarse en serio la preocupación de que la IA pueda causar a los trabajos de cuello blanco lo que la energía de vapor hizo a los de cuello azul durante la Revolución Industrial”. Los trabajos en riesgo extremo van desde asistentes legales hasta cocineros de comida rápida, mientras que es probable que aumente la demanda de trabajo para profesiones relacionadas con el cuidado que van desde la atención médica personal hasta el clero.
Según el Foro Económico Mundial, la automatización de la inteligencia artificial reemplazó a más de 75 millones de puestos de trabajo para el 2022. Algunas de las cifras son aún más desalentadoras.
Según un informe de Mckinsey, los robots basados en IA podrían reemplazar al 30% de la fuerza laboral mundial actual. El capitalista de riesgo Kai-Fu Lee dice que el 40% de los trabajos del mundo serán reemplazados por bots basados en IA en los próximos 10 a 15 años. Los trabajadores de bajos ingresos y poco calificados serán los más afectados por este cambio. A medida que la IA se vuelve más inteligente cada día, incluso los trabajadores mejor pagados se vuelven más vulnerables a la pérdida de puestos de trabajo ya que, dado el alto costo de los trabajadores calificados, las empresas obtienen mejores márgenes al automatizar su labor.
Por lo tanto, algunos afirman que siempre existe la posibilidad de desempleo como resultado de que los chatbots y los robots reemplacen a los humanos.
Pero la inteligencia artificial también puede tener implicaciones éticas y emocionales que pueden afectar a los humanos.
La IA puede causar que los humanos sean perezosos ya que aplicaciones de IA automatizan la mayoría de las tareas tediosas y repetitivas. Además, no tienen sentido de ética, por lo que no pueden saber la diferencia entre el bien y el mal. El rápido progreso de la IA ha generado varias preocupaciones de que algún día, la IA crecerá sin control y eventualmente acabará con la humanidad. Este momento se conoce como la singularidad de la IA.
Una IA tampoco tiene emociones. Desde la infancia nos han enseñado que ni las computadoras ni otras máquinas tienen sentimientos. Los seres humanos funcionan como un equipo, y la gestión del equipo es esencial para lograr los objetivos.
