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Negocios y Poder: El ‘Club de Toby’ y el Último Bastión del Machismo Estructural en las Cámaras Empresariales de México

Por: Ellie Burgueño, Editora, Escritora y Periodista.

México ha dado pasos significativos hacia la equidad de género en el ámbito público. Con Claudia Sheinbaum como la primera presidenta electa del país y una histórica representación femenina en el Congreso y el Poder Judicial, parecería que el terreno se está nivelando. Sin embargo, en el sector privado, especialmente en las cámaras empresariales, la situación es otra historia. Allí, las mujeres enfrentan un panorama desigual, dominado por hombres y prácticas obsoletas que perpetúan la exclusión.

Las cifras no mienten. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), apenas el 5% de las cámaras empresariales en México son lideradas por mujeres. Este dato es alarmante si se considera que las mujeres representan el 37% de la fuerza laboral formal y el 34% de los emprendedores en el país. Pero cuando se trata de acceder a posiciones de liderazgo empresarial, la brecha de género es evidente.

Un estudio del Banco Mundial revela que las mujeres en México enfrentan mayores obstáculos para acceder a financiamiento y redes de apoyo empresarial, elementos cruciales para avanzar en el competitivo mundo de los negocios. Además, muchas de las negociaciones clave siguen ocurriendo en entornos informales, como bares o clubes, donde prevalece la dinámica masculina del “camaradería”.

Históricamente, el éxito empresarial en México ha dependido en gran medida de las relaciones personales. Según un análisis del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), aproximadamente el 65% de los acuerdos empresariales en sectores clave se cierran en reuniones informales fuera del ámbito laboral. Este tipo de interacciones refuerza una cultura excluyente donde las mujeres, simplemente, no son bienvenidas.

Pero la exclusión no termina ahí. En ciertos sectores, aún prevalece una “vieja escuela” que no solo limita la participación femenina, sino que perpetúa prácticas indignantes. Un informe del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) señala que el 23% de las mujeres en altos cargos empresariales han enfrentado acoso o propuestas indebidas. Estas dinámicas recuerdan épocas en las que las mujeres se veían obligadas a aceptar avances personales o incluso sexuales para obtener contratos o avanzar profesionalmente.

Mientras el sector público ha avanzado con la implementación de cuotas de género obligatorias, el sector privado sigue sin mecanismos legales que garanticen la equidad. En 2023, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) aún no contaba con una sola mujer en su presidencia, y solo el 10% de sus comités incluían a mujeres en posiciones clave.

La falta de inclusión no solo perpetúa la desigualdad, sino que también limita el potencial económico del país. Según un informe de McKinsey & Company, las empresas con una mayor diversidad de género en sus equipos directivos tienen un 21% más de probabilidades de superar a sus competidores en términos de beneficios.

Ante este panorama, es urgente que México adopte medidas más contundentes para garantizar una competencia justa. Esto incluye la implementación de cuotas de género en cámaras empresariales y la creación de políticas que aseguren entornos laborales inclusivos y seguros. Sin una legislación que obligue al sector privado a actuar, el cambio será lento e insuficiente.

Pero no basta con leyes. Es necesario un cambio cultural. El sector empresarial debe entender que la inclusión de las mujeres no es solo un acto de justicia, sino una estrategia de crecimiento y sostenibilidad. Mientras persistan las viejas prácticas de exclusión, México no podrá aprovechar plenamente el talento y la capacidad de la mitad de su población.

En este contexto, a principios de este año, la presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), Esperanza Ortega Azar, ha sido una voz clave. Durante la presentación del libro Manufactura con Liderazgo Femenino, Ortega Azar llamó la atención sobre el “Club de Toby”, un círculo cerrado de líderes masculinos que sigue dominando las cúpulas empresariales.

“Hoy tenemos que demostrar que los espacios que ocupamos no son un regalo; nos los hemos ganado por capacidad, talento, entrega y liderazgo. ¡Nadie nos regala nada!”, afirmó Ortega Azar, quien se convirtió en la segunda mujer en presidir Canacintra. Confía en que, con una mujer al frente del país, el camino hacia la paridad de género en todos los sectores será más claro y contundente.

Ortega Azar no solo denunció las prácticas excluyentes, sino que también hizo un llamado a las mujeres a seguir luchando por sus derechos. “Estos son tiempos de mujeres, y debemos demostrar que estamos más que listas para liderar”, concluyó.

El sector empresarial mexicano tiene una gran tarea por delante. Adoptar medidas de inclusión no solo es una cuestión ética, sino también una oportunidad para mejorar la competitividad y la innovación. México ya ha demostrado que puede liderar en equidad de género en el sector público; ahora es momento de que el mundo empresarial siga ese ejemplo.

El país no puede darse el lujo de ignorar el talento y la capacidad de sus mujeres. La equidad de género no es solo un ideal: es la clave para un futuro económico próspero y sostenible.

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