Related Articles
Por: Jaime Israel Davila Gomez, Abogado
Desde el año 2018, nuestro sistema legal contempla las Marcas de certificación, tanto en la ley aplicable en esa época como en la ley nueva, vigente desde noviembre de 2020. Este tipo de marcas, igual que las marcas tradicionales, cumplen con una función distintiva, es decir, que los consumidores y demás participantes en el mercado puedan identificar los productos o servicios específicos de una empresa y así tener la certeza de lo que están adquiriendo.
A pesar de la que función es la misma, las diferencias con las que cuentan nos revelan la naturaleza e incluso, el verdadero propósito de la incorporación de este tipo de signos distintivos en nuestro marco legal y que va de la mano con los tratados internacionales suscritos por México en los últimos años. La principal diferencia es que este tipo de marcas distinguen únicamente servicios de certificación con relación a la amplia gama de productos y servicios a la que nos enfrentamos todos los días, es decir, la marca no distingue un producto o servicio sino la certificación de alguno de estos.
Las marcas de certificación pueden ser registradas únicamente por personas morales (empresas, sociedades, corporaciones o como se les quiera llamar) que no se dediquen a vender o prestar los productos o servicios que van a certificar y en realidad su oferta va dirigida a quienes venden o prestan servicios y quieren contar con una garantía para con sus clientes (certificación) de que lo que ofrece cuenta con ciertos estándares.
Es común ver en los servicios o productos que consumimos normalmente que estos cuentan con certificaciones de todo tipo, lo único que ahora se incorpora con esta “nueva” figura es la de poder obtener exclusividad y todos los beneficios de una marca para evitar la competencia desleal, el engaño a los consumidores y para incentivar el desarrollo económico en las diversas industrias y ofrecer seguridad jurídica y económica en un ámbito de comercio internacional.
