En un nuevo documental titulado Oro Blanco en el Valle del Litio, producido por Celia Xavier, se analiza la carrera por extraer litio en el Valle Imperial desde una perspectiva de progreso y controversia. A medida que el potencial de litio en la región promete nuevas fortunas económicas, la película profundiza en las complejidades de las batallas legales, las preocupaciones ambientales y los desafíos comunitarios que surgen junto con esta industria en auge.
El Valle del Litio representa una oportunidad transformadora para el Condado Imperial, prometiendo crecimiento económico, creación de empleos y una transición hacia la producción de energía limpia. Sin embargo, el camino hacia esta prosperidad se ha visto complicado por organizaciones que abogan por la equidad y la justicia ambiental.
Una proyección se llevó a cabo en el Club Stockman, ubicado en el 275 de Marjorie Avenue en Brawley, California, el 12 de diciembre. Los miembros de la comunidad pudieron escuchar historias locales sobre las oportunidades y desafíos para convertir al Condado Imperial en el epicentro del desarrollo del litio en Estados Unidos.
El documental muestra el delicado equilibrio entre explotar las reservas de litio del valle y preservar su integridad ambiental. Corban Dillon, un experto local en energía geotérmica, desempeña un papel destacado en la película, ofreciendo una visión crucial de la relación entre la energía geotérmica y la producción de litio.
“Como comunidad, tenemos que unirnos para mejorar nuestra comunidad”, afirmó Corban Dillon, destacando el potencial de crecimiento y prosperidad que ofrece la industria del litio en el Valle Imperial. “Tenemos la oportunidad de convertirnos en actores importantes en esta cultura del litio, de ganar dinero y distribuirlo entre la gran cantidad de miembros de la comunidad. Estas plantas no solo crearán contribuyentes y empleos bien remunerados, sino que también podrían cambiar para bien la vida de las familias”. Dillon destacó el impacto de los salarios más altos, que permitirán a las familias construir una base financiera más sólida para las futuras generaciones.
Dillon enfatizó la necesidad de preparación y educación comunitaria para aprovechar al máximo el potencial de la industria. “Muchos individuos se están quedando atrás porque no entienden el proceso”, explicó. “Tenemos la oportunidad de convertirnos en uno de los más ricos, si no el más rico. He escuchado a personas hacer cálculos a nivel universitario que sugieren que podríamos rivalizar con Dubái o incluso Silicon Valley con la cantidad de litio que vamos a producir. Si lo hacemos bien, todos podríamos beneficiarnos”.
La activista Maritza Hurtado se encuentra entre quienes exigen una mayor responsabilidad, transparencia y la participación de organizaciones más experimentadas en los esfuerzos de divulgación comunitaria.
Hurtado cree que, si bien muchos miembros de la comunidad están ansiosos por participar en el crecimiento de esta industria, ciertas organizaciones encargadas de liderar los esfuerzos de divulgación no han estado a la altura. “Tenemos a muchas personas en esta comunidad que quieren involucrarse en el crecimiento de esta industria, pero muchas de las organizaciones que lideran el esfuerzo no lo están haciendo bien y pueden estar causando más daño que beneficio”, afirmó.
Según Hurtado, la raíz del problema radica en la forma en que se distribuyeron los fondos durante la fase inicial del programa. Criticó la decisión de asignar grandes sumas a Comité Cívico Del Valle y se refirió a su director ejecutivo, José Luis Olmedo, como un “mercader de la pobreza”, argumentando que el grupo no cumplió con su promesa de realizar una divulgación y educación comunitaria significativas.
“La primera oportunidad de financiamiento se manejó mal. La divulgación no se hizo de manera adecuada y los fondos se dirigieron a un grupo que tenía los recursos para educar a la comunidad, pero no lo hizo”, afirmó Hurtado. “En cambio, vimos que se centraron en actividades radicales, lo que llamó la atención del condado y generó preguntas sobre su manejo financiero”.
Hurtado explicó que algunos de estos grupos carecían de la infraestructura adecuada para gestionar la divulgación comunitaria. Señaló que algunas organizaciones recibieron financiamiento antes de obtener su estatus 501(c)(3) y luego buscaron apoyo de Comité Cívico Del Valle. “Su estructura era desestructurada”, dijo, enfatizando que se asignó a un equipo no preparado la responsabilidad de manejar esfuerzos esenciales de participación comunitaria.
Esta mala gestión, según Hurtado, erosionó la confianza dentro de la comunidad y dejó a muchos residentes sintiéndose excluidos del proceso. “Esta es una industria tan importante, y cuando tienes personas desestructuradas manejando los programas, no es de extrañar que no hayamos obtenido lo que esperábamos”, dijo. “La gente está frustrada porque se desperdició esta primera oportunidad y se quemaron puentes en el proceso”.
Jesús Solano, activista comunitario y miembro de la Alianza de Grupo de Voluntarios de Calexico, pide una mayor rendición de cuentas por parte de las organizaciones sin fines de lucro y los líderes locales, cuestionando su impacto en la comunidad.
“Ahora, todas estas organizaciones sin fines de lucro… y no voy a pintar a todas con la misma brocha, porque yo soy parte de la Alianza de Grupos de Voluntarios de Calexico”, dijo Solano. “Operamos en el mejor interés de Calexico. Somos transparentes. Todo es donado, todo se hace por voluntarios, y todo es para Calexico”.
Solano destacó las contribuciones de su grupo, atribuyéndole el origen de varios líderes y activistas locales.
También criticó a la Coalición de Equidad y Justicia del Condado Imperial, una organización sin fines de lucro que, según él, no cumplió con sus promesas a Calexico. “¿Qué ha hecho la Coalición de Equidad y Justicia por Calexico, por el resto de la comunidad? Los sacamos de Calexico. Se fueron a Westmorland o Calipatria”, dijo Solano. “Dijeron que iban a transformar el Valle comenzando desde el sur. Ahora quieren empezar desde el norte hacia abajo”.