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Por: Melissa Dórame, Reportera
Entre la pandemia y sus consecuencias están las ya reconocidas, que abarcan desde el sector salud hasta el económico, pero existen otras menos visibilizadas, que aparentemente no son de interés general, pero son vitales.
El confinamiento dentro del hogar ha modificado drásticamente nuestras vidas, y ha tenido efectos sociales y psicológicos en todas las personas, sin embargo, es evidente que las mujeres hemos sido más afectadas y es importante reconocerlo. El trabajo para las madres en el hogar y la crianza se ha multiplicado.
Del trabajo desde casa y jornadas laborales
“Ahora que estoy aquí en casa procrastino demasiado, me distraigo, (…) yo siento que no rindo, que no hago suficiente trabajo, (…) realmente si me ha afectado en cuanto al rendimiento laboral”, comentó Graciela Tapia, comunicóloga, editora de contenido para un portal de noticias en Los Mochis, Sinaloa y madre de tres hijos.
Trabajar desde casa o el home office se volvió una realidad para algunos, sin embargo, entre guarderías y escuelas cerradas, una red de apoyo más limitada, sumado a la incertidumbre de la pandemia, ha tenido consecuencias en el área profesional y laboral.
Georgina Espinoza, licenciada en administración de empresas y madre de dos niños, trabaja desde casa como auxiliar administrativa para una empresa de software transportista en Mexicali. “Para mí si fue muy estresante las tareas de la niña, el trabajo y todo, la verdad si me afectó, ahorita siento que estamos más relajados”, comentó.
En el hogar
Nuevos rituales y protocolos de salud se han implementado. Siendo que tradicionalmente las mujeres son las principales responsables del cuidado, organización y labores del hogar, han sentido con más fuerza el peso de los mismos.
“Al principio era desesperante, luego me organicé con mis hijos, por ejemplo, llegar y ellos ya tenían la casa limpia y la comida hecha, eso fue un buen método para no llegar estresada, o no tanto”, comentó Karla Martínez, psicóloga, encargada del área de recursos humanos en una agencia automotriz en Mexicali, es madre de tres hijos.
Para Karla, el confinamiento ha sido una oportunidad para convivir con sus hijos y de adaptación pues por la pandemia uno de sus hijos regresó a vivir con ella y su hermano menor.
Graciela explicó: “el comportamiento de mis hijos ha cambiado, (…) el encierro los hiso deprimirse, los hiso ponerse eufóricos, ponerse histéricos, entonces tuve que aprender a detectar que era lo que estaba causando eso”. Georgina comentó ha sido complicado para sus hijos el confinamiento, sobre todo para el más pequeño (2 años), al que nota en ocasiones molesto y enfadado.
Los deberes
Los mandatos sociales hacia la mujer. La idealización de perfecta madre, cuidadora, profesionista o trabajadora del hogar, aunado a la culpa ha sido un colchón, en donde muchas mujeres hemos caído cuando pensamos en lo que “debemos ser”, en la pulcritud del hogar, el éxito profesional y ser lo suficientemente “buenas madres”, complicado pues somos resultado de diferentes tipos de crianza, con experiencias y herramientas particulares.
“Hoy me hice una pregunta: ¿por qué tengo que estresarme?, ¿por qué tengo que sentirme culpable?, ¿por qué tengo que sentirme mal si no estoy haciendo tareas de la casa?”, compartió Graciela.
Georgina, expresó sentirse culpable cuando en su horario laboral no puede atender a sus hijos, sin embargo, es algo que ha mejorado pues ha construido espacios para compartir con ellos. Al respecto, las tres mujeres coinciden en lo importante del espacio propio, momentos de soledad para el llanto, la distracción o el relajamiento.
Del cambio y reflexiones
La maternidad y la pandemia se parecen en algunas cosas, son constante cambio, ambivalencia, transformación, la no certeza de lo que sucederá o si hacemos correctamente las cosas, terreno lleno de preguntas, pero también de respuestas, de aprendizajes y dificultades que develan nuestros miedos, debilidades y fortalezas inherentes a nuestra condición humana.
El confinamiento ha acentuado la importancia de replantear nuestras prioridades, de reconocer nuestras emociones, limitaciones y necesidades para hacerlas visibles, y desde ahí reconstruir lo que sea necesario con nuestras parejas, padres de nuestros hijos o red de apoyo, porque la pandemia va a terminar en algún momento, pero la vida laboral, el trabajo en el hogar y la crianza no paran.
