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Por: Ellie Burgueño
La mayoría de las personas se preguntan qué se necesita para tener éxito y alcanzar los sueños, pero la verdad es que la inteligencia emocional y un solo aspecto de la personalidad de un líder es lo que lo puede llevar a la cima, y esta es la autoestima.
Realmente comienza en la parte superior cuando se trata de un lugar de trabajo feliz y próspero. Una cultura de oficina tóxica no solo no es saludable para las empresas, sino que, lo que es más importante, es particularmente peligrosa para el bienestar de los empleados. Entonces, ¿cómo pueden los gerentes y líderes empresariales garantizar un ambiente saludable en el trabajo? Sobre todo, deben estar felices y confiados con la persona que ven mirándolos en el espejo todas las mañanas, de lo contrario, la bola rueda como un efecto dominó, afectando a todos los que nos rodean.
Los líderes tienen una influencia extremadamente importante en una empresa, ya sea positiva o negativa, pueden hacer o deshacer una organización. Si hay un buen liderazgo, hay motivación en los equipos de las empresas para ser creativos, productivos y aportar con iniciativa, la cosa es que con líderes negativos puede pasar lo contrario, causando baja moral y el efecto en la producción de la empresa puede ser devastador.
El problema es que cuando los líderes tienen baja autoestima, es más probable que propaguen estrés entre sus empleados.
Las principales características para identificar a un líder tóxico incluyen: celos por el éxito de su equipo, preocupación constante por los “enemigos” en el lugar de trabajo, atribuirse el mérito del trabajo de otras personas, comparación constante con los demás y medir su autoestima por su éxito.
A sabiendas o no, un líder con baja autoestima es aquel que abusa de su autoridad y viola la confianza para satisfacer su propio ego, ya que su interior tóxico no le permite hacer lo que es bueno o mejor para los demás.
Los líderes más exitosos pueden manejar la presión y las emociones
Un contribuyente al problema es que debido a que el liderazgo requiere bastante trabajo, puede tener un estereotipo de “superhéroe” adjunto. Esto puede ser realmente dañino porque se les exige que oculten sus sentimientos incluso cuando están bajo una inmensa presión. Pretender ser un superhumano causa mucho daño a la mente y al cuerpo; en realidad, la clave es ser realista acerca de tus fortalezas y debilidades. Un líder debe ser capaz de gestionar de forma proactiva sus emociones lo suficientemente bien como para proyectar calma y ser racional a sus equipos.
Una autoestima fuerte y saludable se traduce en una vida y un negocio saludables y exitosos
Un fuerte sentido de autoestima crea líderes más fuertes, que respaldan su propia toma de decisiones. ¿Preferirías trabajar para un líder que se cuestiona a sí mismo todo el tiempo o para alguien que confía en su propio pensamiento? Con una autoestima saludable, un líder reconoce su propia capacidad para tomar decisiones acertadas y puede liderar a su equipo con confianza.
Además, es menos probable que un líder que confía en su propia toma de decisiones sea un microgerente o se involucre en comportamientos que se vuelvan perjudiciales para el equipo que lo rodea. Confían en que han tomado las mejores decisiones de contratación con su equipo y pueden extender su confianza a sus empleados, dándoles espacio para hacer su trabajo de manera efectiva.
Contribuimos a una cultura positiva
Las personas con alta autoestima son mejores colegas y son en gran medida más agradables para pasar tiempo con ellas. No están celosos de los éxitos de los demás, pero celebran y defienden a su equipo. Su identidad no se ve amenazada por los logros de los demás, y no tienen que chismear sobre los demás ni menospreciar a las personas para sentirse mejor consigo mismos.
En cambio, apoyan a quienes los rodean y todos están felices de trabajar juntos por un objetivo común.
